“Hoy es muy difícil medir la opinión pública”
El politólogo y director de la consultora Escenarios, Federico Zapata, apunta que la pandemia trajo algunos problemas para medir la opinión pública y que esto hace que los principales referentes del rubro trabajen con mucha precaución a la hora de mostrar sus números.
De cara a las PASO describe un proceso similar a lo que ocurrió cuatro años atrás, cuando el gobierno de Cambiemos concentró su discurso contra la actual vicepresidenta, que terminó reposicionando su figura. Esta vez, el centro del relato del oficialismo pasa por la herencia que dejó Mauricio Macri, lo que provoca un crecimiento de su imagen ante una gestión del Frente de Todos (FdT) sin mucho para mostrar.
-En un tablero tan volátil como este, ¿cuáles son los problemas que tienen los encuestadores?
-Hay varios problemas con el sistema de elección de encuestas que tienen que ver con la complejidad de medir estructuras sociales hoy en día. En primer lugar es costoso trabajar directamente en el territorio y, en segundo lugar, se ha puesto muy inseguro en algunos lugares. Esto hace que los encuestadores busquen métodos alternativos. En esta elección veo mucha prudencia en los encuestadores. Están haciendo poca publicidad porque hay mucha incertidumbre e indecisión. Hoy es muy difícil medir la opinión pública.
-No obstante sigue habiendo guerra de encuestas en redes sociales, ¿qué se busca con esa insistencia?
-Las encuestas lo que revelan es un clima. Entonces el error es intentar transformar ese clima en una predicción. Ahí es donde empiezan los problemas. En las últimas elecciones, no solo en la Argentina sino a nivel mundial, hubo una tendencia hacia eso. Pero hay dos problemas centrales: uno, es difícil lograr penetrar en sectores más bajos y dos, que los jóvenes contesten las encuestas. Entonces se obtienen muestras relativas que te muestran un clima de época. Pero se ve un margen de indecisos del 10 al 20%, que cambia el nivel de predicción. El entrevistado es un ente activo que puede o no confesar la preferencia, que además pueden o no ser sólidas y eso también puede cambiar el voto el día de la elección.
-En los últimos años, se dice después de cada elección que los grandes perdedores son las encuestas.
-El grueso de los encuestadores que trabajan seriamente han sido muy cuidadosos en publicar datos. Pero es cierto que en otras elecciones algunos han convertido sus números en un factor político. Están las suspicacias si algunas empresas buscaron incidir en el comportamiento de los indecisos. Con esos datos se trata de contribuir a que un indeciso se posicione y se sume a lo que se llama el carro ganador. Las encuestas son una foto, no la película. La industria ha ido aprendiendo. Con respecto a las PASO anteriores han sido muy cuidadosos. Esto es un aprendizaje positivo.
-¿Cómo impactan las redes sociales y sus métricas en la opinión pública?
-Las redes sociales no son la población. Son vectores de la opinión pública. Puede haber sectores muy intensos y representativos de un segmento de la población. Pueden instalar un tema, generar un clima y posicionarlo en la agenda, pero no tienen un correlato electoral directo. Las nuevas metodologías de escucha social monitorean cómo se van instalando estos temas, que después pasan a las élites o a los medios de comunicación, pero tienen una finalidad analítica y descriptiva.
-La elección se presenta polarizada. Dos mensajes y relatos están en disputa, el del FDT y el de Juntos por el Cambio. ¿Cómo impactan la gestión de la pandemia y la foto de la reunión del presidente en Olivos en esta tensión?
-Los focus groups que hemos hecho en la provincia de Buenos Aires nos muestran que una cosa es el juicio ético-moral sobre la foto del presidente y otra es la preferencia electoral. Está claro que implica una crisis en la imagen, pero el votante elige por un marco de gestión. El impacto electoral de la foto es relativo, es un impacto más sobre el presidente. ¿Dónde se juega la foto? En un una persona que tiene una imagen regular o negativa de la gestión, pero una imagen positiva del presidente, se genera un problema y puede modificar el voto.
-Y cómo opera la polarización extrema.
-En el caso de Mauricio Macri ocurre lo que pasó con Cristina Fernández durante la gestión de Cambiemos. Como el gobierno no encuentra un territorio en la imagen del presidente y no puede encontrar una narrativa de la gestión, lo que hace es buscar traer a la escena la memoria colectiva del gobierno de Macri, eso paradójicamente le da centralidad a Macri y por vía del desacuerdo le mejora la imagen. Lo que estamos viendo en los últimos meses es que se ha posicionado en la agenda Macri. Es un fenómeno parecido a lo que ocurrió hace cuatro años con CFK.
-La tensión lo ubica de nuevo en el tablero.
-Cuando una fuerza política se focaliza en una figura ocurren dos cosas. Si la gestión es muy buena, profundiza la debilidad de esa figura. Por ejemplo Néstor Kirchner centralizó en 2003 en Carlos Menem el enemigo de la gestión y con eso profundizó el debilitamiento. Lo que ocurrió con Cambiemos en 2017 fue a la inversa. Algo parecido está ocurriendo ahora. Como la imagen presidencial es débil y la gestión tiene pocas cosas para mostrar y se focaliza en la imagen de Macri, en lugar de debilitarlo lo posiciona.