La mayoría de los anotados o las figuras que se barajan para competir en las elecciones presidenciales de este año orbitan políticamente en la Ciudad de Buenos Aires o, en su defecto, en la Provincia de Buenos Aires.
Por Juntos por el Cambio, el ex presidente Mauricio Macri: el actual jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la exministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich y, varios escalones más abajo, el neurocirujano, Facundo Manes son los principales protagonistas de la interna de la oposición.
Todos construyeron los últimos años de carrera política desde la centralidad geográfica del puerto y la provincia de Buenos Aires.
Lo mismo ocurre en la vereda de enfrente. Por el Frente de Todos (FdT), el presidente Alberto Fernández todavía mantiene sus pretensiones de ir por la reelección.
Mientras tanto, danzan también una serie de nombres para encabezar la boleta del oficialismo en su lugar también vinculados al eje Caba-provincia de Buenos Aires.
En ese borrador de precandidatos están el ministro de Economía Sergio Massa (cada vez se presenta más alejado de esa posibilidad), el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof (todo indica que buscará retener su actual distrito), y el más reciente anotado, el dirigente social, Juan Grabois.
El liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, la principal referencia del FdT, también se asienta sobre la provincia de Buenos Aires.
Inclusive las referencias por fuera de las grandes coaliciones responden a la lógica política que marca la centralidad política. El fenómeno de Javier Milei entre los libertarios si bien crece a nivel nacional, concentra su capital político en las áreas urbanas.
Fenómeno
La construcción de liderazgos desde el interior que trasciendan las barreras provinciales y lleguen a competir nacional parece cada vez más difícil ¿Qué explica este fenómeno?
“La política argentina se volvió ambacéntrica”, repiten algunos analistas. Pero qué implica esto: que los candidatos deben obligadamente estar radicados en el mainstream de los medios llamados nacionales.
Para César Murúa, licenciado en ciencias políticas y docente de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) está dinámica se explica por dos factores: la concentración mediática y la verticalidad de la agenda.
“Por un lado está la concentración de medios masivos, con mayor llegada y dinero. Salvo por Cadena 3, las estructuras empresariales y de multimedios están concentradas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba). Además las tres pautas más importantes de publicidad oficial están en un mismo punto”, señala.
“El segundo factor es la organización de los espacios políticos. Se han vuelto muy verticalistas en la agenda. Por ejemplo para un dirigente del FdT de cualquier provincia, es muy difícil que pueda salirse del marco discursivo del juicio a la Corte, porque es lo que está marcando la conducción de tu espacio político”, describe.
Entonces es muy difícil para cualquier referente cruzar esa frontera que parece ser el Amba desde el interior. De hecho, los nombres que figuran como posibles precandidatos desde el interior no tienen el mismo nivel de conocimiento ni intención de voto.
Por caso los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti y Jujuy, Gerardo Morales. O el exmandatario de Salta Juan Manuel Urtubey que busca instalar sus figuras pero no penetran con su nivel de conocimiento en el principal distrito electoral del país.
“¿Cómo hace un dirigente del interior para posicionarse con alguna aspiración nacional? -se pregunta Murúa- Para ganar visibilidad en los medios tiene que ir al Amba, mostrar una agenda nacional que no siempre es la de su provincia y que lo puede poner en una situación incómoda”
Y agrega: “La estructura mediática de su provincia es pequeña y se mantiene en el ámbito doméstico sin ningún tipo de problema, el desafío está inclusive en llegar a las provincias vecinas. La única forma que tiene penetrando en la barrera de Buenos Aires, donde la agenda es de grieta”
Cambió o siempre fue así
Un informe de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios traza un fenotipo del modelo de presidente histórico. “Si tuviéramos que describir las características típicas de un presidente en Argentina, observaríamos a un hombre de 56 años, de profesión abogado, nacido en alguna provincia del interior del país”.
Al poner la lupa desde el retorno de la democracia a esta parte de los de los siete presidente electos -sin contar los provisorios- tres construyeron sus carreras políticas desde la Caba.
Tras la reforma constitucional de 1994, la Ciudad Autónoma se convirtió en un trampolín directo para competir por la Presidencia.
El primero en dar ese salto fue Fernando de la Rúa en 1999. Precisamente fue el primer jefe de Gobierno porteño y el primero en inaugurar este camino.
En 2015 fue el turno de Mauricio Macri, después de dos períodos como jefe de Gobierno porteño. Alberto Fernández, nació, se crió y forjó su carrera política en Caba.
La forma de construcción política que llegó después del 2001 fue pivotando más hacia la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo si bien buscó construir la transversalidad, terminó recostándose sobre el andamiaje de la provincia de Buenos Aires.
En su libro “Qué hacemos con Menem” los analistas Pablo Touzon y Federico Zapata plantean que ese gobierno fue quizás el último que tuvo una composición federal.
“La diversidad no era sólo ideológica y política, era también sociológica y federal. Todavía no había llegado la hora de la política argentina reducida al AMBA - dice Touzon y continúa- el menemismo tenía acento riojano, cordobés, santafesino, mendocino, porteño y bonaerense, y orígenes sociales de los más diversos desde Recoleta hasta las barriadas más humildes del país”.