“En Perú, el que tenía dinero se salvaba del Covid y el que no, esperaba la muerte”

Para el periodista peruano Javier Romero, la pandemia no sólo colapsó un sistema de salud precario e insuficiente sino que desnudó urgencias y desigualdades que eran muy anteriores a la llegada del Coronavirus. Por Marcelo Taborda

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27-07-2022

La pandemia de Covid-19 pareció ensañarse de manera más cruel con quienes contaban con menos defensas para hacerle frente. Y esta sentencia no sólo alude al modo en que el virus afectó a personas con su sistema inmune debilitado, sino también a sociedades donde la nula o tardía respuesta de los gobiernos a la emergencia multiplicó los estragos de la enfermedad entre los grupos más vulnerables.

Con 213.731 muertes y 3.703.751 casos -según el recuento que hasta el pasado 15 de julio había hecho la Universidad Johns Hopkins-, Perú ocupa el sexto lugar entre los países del mundo donde el Coronavirus dejó más víctimas fatales. Lo preceden en esa funesta estadística Estados Unidos, Brasil, India, Rusia y México (Argentina está en el 14º lugar).

Las cifras cobran más dramatismo si se vincula ese número de muertes con la población de cada país. Según estos índices, Perú, poblado por 33,35 millones de personas, aparece al tope de las naciones más castigadas por el Covid-19, con una tasa de algo más de 657 fallecidos por cada 100 mil habitantes (Argentina recién aparece en esa nómina en el puesto 25).

Redacción Mayo habló con el periodista Javier Romero acerca de cómo la pandemia desnudó en 2020 las profundas diferencias socioeconómicas que saltan a la vista en determinados sectores de Lima y acentuó también la brecha de desarrollo e infraestructura entre la capital peruana y otras regiones del país más profundo.

“Más que desnudar, mostró lo que era casi evidente para un sector de la población; que en estas últimas tres o cuatro décadas, los sistemas de salud han sido deficientes, deplorables, muy descuidados por el Estado. Eso ocurría mucho antes de la pandemia, que simplemente reflejó lo que muchas personas afrontan para ir a un chequeo médico o para una atención o distintos tipos de tratamiento. Quedó en evidencia también que la salud en Perú no es un bien universal. El que tenía dinero en la época de la pandemia salvaba la vida, al momento de conseguir balones de oxígeno”, explicó amargamente Javier, desde Lima.

 

 

-Las imágenes de la pandemia en Perú están entre las más dolorosas que se vieron como consecuencia de un mal que hizo estragos en todo el planeta…

-Fue quizá la imagen más cruda que pudimos afrontar en el Perú: la desesperación de miles de personas recorriendo la capital, de punta a punta, buscando el modo de llenar sus balones de oxígeno para evitar la muerte del familiar que estaba con Covid en la casa. Ahí se reflejó la falta de un sistema de salud adecuado para afrontar una situación de la envergadura que tuvo la pandemia. Los hospitales colapsaron con el aumento de los casos y fue muy dramático verlos abarrotados, con gente en los pasillos, en los estacionamientos, o incluso en el suelo porque ya no había camillas disponibles. La desesperación de intentar aguantar con sus balones, en un momento en el que no se tenían vacunas ni había un conocimiento claro de cómo era esta enfermedad o cómo se producía el contagio de este virus… Fueron muertes tras muertes. Las cifras son más que evidentes. El Perú fue uno de los países más golpeados a nivel de mortalidad del Covid.

-¿Qué factores incidieron para que la cifra de muertes fuera tan alta?

-Teníamos carencia de oxígeno y hubo que importar de otros países ese y otros elementos de uso medicinal. No teníamos camas para unidad de cuidados intensivos. El entonces presidente (Martín) Vizcarra afirmaba que sólo se contaba con 100 camas UCI para ese tipo de tratamiento requerido para el Covid o contra problemas respiratorios. Cien camas para una población de 33 millones de peruanos era como una burla. ¿Cómo se podía enfrentar una situación así? Sumado a ello, se dio la falta de equipamiento para los médicos, que quedaban expuestos a los contagios. Esto hizo que muchos médicos y médicas, enfermeras y enfermeros y personal técnico de salud murieran tratando de salvar vidas, expuestos, por no contar con elementos para resguardar su propia integridad al cumplir su labor. También murieron muchos policías y bomberos afectados a tareas esenciales, que se contagiaron y no hubo forma de tratarlos en hospitales saturados. Es decir, quedó en evidencia toda la precariedad de un sistema de salud y se mostró la desigualdad que ya existía. El que tenía dinero se salvaba y el que no, simplemente esperaba a que la muerte llegara y quizá deseaba que lo hiciera de la manera más rápida, para no tener tanto sufrimiento y evitar que la familia quedara expuesta a contagiarse y tener el mismo destino fatal. Fue muy duro afrontar esa situación.

-Una doble victimización de la pobreza…

-La carencia económica fue un factor fundamental y el Estado no supo cómo revertirlo para que todos tuvieran la oportunidad de ser atendidos y recibir la chance de salvarse. Quizá si hubiera habido políticas más concretas en temas de salud en una situación de emergencia, tal vez nuestras cifras de fallecidos habrían sido menores a las que tuvimos. Y esto, sin contar con que el tema fue más grave al interior del Perú. Si todo lo que he apuntado ocurrió en Lima, las distintas regiones del país profundo quedaron directamente a merced de la muerte. Si no había oxígeno en la capital, las provincias colapsaron… En el norte, Piura, Trujillo, fueron muy castigadas. Arequipa y el sur también padecieron. Iquitos fue una de las ciudades más golpeadas por el Covid por la falta de equipos médicos, de oxígeno, de capacidad hospitalaria. Incluso con la llegada de las vacunas también hubo problemas porque la distribución fue muy difícil, ya que se no contaba con equipos de refrigeración para conservarlas y ser entregadas de manera rápida. Las regiones, en definitiva fueron muy golpeadas…

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Redacción Mayo

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