Ni peculiarmente italianos y españoles; ni orgullosamente abiertos a la inmigración. La idea de que la gran mayoría de los argentinos “descendimos de los barcos” europeos se ha puesto en duda en los últimos años a partir de estudios académicos y textos que discuten que la Argentina es blanca y su sociedad es antirracista. Desde esa misma postura parte un grupo de investigadores e investigadoras de la UBA y CONICET que, esta vez, se propuso recrear la primera cartografía argentina de afrodescendientes y africanos, desde el siglo XIX hasta la actualidad. El primer paso ya lo dieron: ir tras las huellas de las personas de ascendencia africana en la Ciudad de Buenos Aires.
El proyecto se titula “Africanos y sectores populares en la Argentina. Cartografía de la desigualdad, racialidad y género”. Es dirigido por la historiadora Florencia Guzmán y lo integran los antropólogos Lea Geler y Alejandro Frigerio, junto a siete investigadores e investigadoras provenientes de diferentes disciplinas. El equipo forma parte del Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos (Geala), con sede en el Instituto Ravignani, UBA-CONICET.
El proyecto, financiado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+I), se inicia en los 48 barrios porteños, a partir de entrevistas, observaciones in situ y herramientas tecnológicas, como el sistema de Información Geográfica (SIG). Esto permitirá recabar información geo-referenciada, proporcionada por diversas fuentes: censos o libros parroquiales, fuentes fiscales sobre la propiedad inmueble, los archivos de policía y notariales, y los documentos producidos por líderes afrodescendientes, practicantes de cultura afro y afroumbandistas.
“Existe una dimensión racial en la constitución del 'lugar', ya que ciertos lugares son para personas con determinados fenotipos y no para otros”, explica Guzmán. Esa situación reproduce mecanismos de desigualdad y racialidad, por lo que el proyecto se propone, a partir de los datos cartográficos, visibilizar esa segregación espacial y, por otro lado, repensar formas de eliminación del racismo y la xenofobia, “para generar soluciones a demandas concretas”, agrega la investigadora en esta charla con Redacción Mayo.
-¿Por qué es relevante estudiar a los afrodescendientes en Argentina?
-La población africana y afrodescendiente fue sumamente significativa no sólo numéricamente, durante la colonia y el siglo XIX, sino también simbólicamente. Nuestras investigaciones previas demuestran que esta población fue fundamental a la hora de construir una ciudadanía involucrada en el destino de su país y de su ciudad no sólo a través de procesos eleccionarios y de movilización política, sino también de su participación en la esfera pública, con creaciones artísticas y periodísticas importantes. Esto es también clave para entender cómo se fue construyendo un mundo popular identificado con la “negritud”, que pervive hasta la actualidad y que no designa sólo a los afrodescendientes, hoy puesto en evidencia con gravísimos casos de discriminación y violencia contra afrodescendientes y toda persona estigmatizada como “negra”. Este proceso repercutió y repercute en la estructuración del espacio urbano en una ciudad que se muestra al mundo como progresista e inclusiva, pero que fue construida para albergar a la que se suponía era población blanca europea y moderna del país.
Existe una dimensión racial en la constitución del "lugar", ya que ciertos lugares son para personas con determinados fenotipos y no para otros. Por ejemplo, durante el siglo XIX los barrios de Concepción y Monserrat, en el sector Sur y Sudoeste de la ciudad, llamados “barrio del tambor” fueron espacios étnicos racializados, debido a la presencia significativa de población afroporteña y de las Sociedades Africanas. En la investigación se buscará ubicar cartográficamente a estas sociedades, a partir de documentación de la sección de Policía, los Juicios civiles y los protocolos notariales del Archivo General de la Nación. Estamos observando modos en que se conformaron calles o zonas de concentración de esta población, configurando espacios segregados dentro de la ciudad, y cómo fueron variando a través del tiempo.
-La otra dimensión del proyecto pone el foco en las representaciones y las trayectorias. ¿A qué refieren concretamente?
-A las producciones de afrodescendientes y africanos, pero también a las (auto)representaciones visuales realizadas por ellos mismos, y aquí se incluyen las producciones artísticas y periodísticas desde el siglo XIX a la actualidad: escritores, músicos, artistas plásticos, actores, y sus redes de relaciones al interior de sus grupos de pertenencia y fuera de ellos. Y en cuanto al trazado de trayectorias hacemos referencia tanto a las trayectorias urbanas como vitales: laborales, culturales y religiosas.
¿Qué nos va a permitir? Por un lado, cartografiar los caminos seguidos en distintos períodos históricos, así como desvelar rutas y accesos, o no accesos, a recursos que les fueron marcando las distintas posibilidades y que derivaron en las desigualdades del presente. Por otro lado, construir un imaginario dentro del cual se asignan roles específicos ya sea sociales, laborales, raciales, de género a los miembros de la población de ancestros africanos que se espacializan, y que sigue una lógica de imaginario nacional de blanquitud y europeidad que los excluye. Ese es un tema poco explorado desde el campo de la historia del arte y de los estudios culturales.
-Mencionás el rol de género en esa lógica de “blanqueamiento” y hay un trabajo anterior de tu autoría que tiene un título sarcástico: “¡Madres negras tenían que ser! ¿Cómo se articula ese estudio previo con la cartografía que buscan hacer ahora?
-La idea será situar cartográficamente la dirección de los avisos de amas de leche, diferenciando las leyes de la oferta y la demanda y las modalidades del servicio. Con eso apuntamos a ver cómo se enhebraron las nociones de raza, de clase y de género en la configuración de una domesticidad republicana, que asignaba un campo de trabajo casi exclusivo a las mujeres negras, lo doméstico, ser amas de leche.
En la actualidad, continúan esas relaciones laborales racializadas, pero los varones de ascendencia africana tuvieron otra vía de ascenso social. Ellos aparecen con una mayor concentración en el trabajo fuera del hogar y las mujeres continúan en el trabajo doméstico. Es decir, en el ascenso social, para las mujeres negras no sólo hay brechas con las mujeres blancas, sino también con varones negros.
Este tipo de cartografías puede proveer información valiosa ya sea para diseñar y focalizar políticas hacia los afrodescendientes y africanos, como para vincular proyectos más amplios que tengan su eje en lo regional o barrial y que incluyan a los sectores populares. Lo iniciamos en Ciudad de Buenos Aires, pero la idea es replicarlo en otras ciudades del país.