Un equipo de investigadores e investigadoras en ciencias sociales lleva adelante un estudio de reconstrucción de los relatos sobre la historia de tres barrios de la ciudad de Córdoba: Alberdi, San Martín y San Vicente. Al indagar qué se transformó y qué se conservó en esos territorios, desde las voces de los propios vecinos y referentes de organizaciones sociales, recuperaron memorias que han quedado ocultas por la historia oficial alrededor de estos “Barrios Pueblos”.
“Entendemos la historia oral como un modo particular de mirar la historia, que no se halla en los registros escritos y al que muchas veces complementa y otras tantas cuestiona”, cuenta a Redacción Mayo Sabrina Bermúdez, co-directora del proyecto de investigación categoría Consolidar, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
“Memorias colectivas: lugares de la memoria y conmemoraciones en espacios territoriales de la ciudad de Córdoba” es el nombre del proyecto que cursa su fase final y es dirigido por la docente e investigadora de la UNC, Graciela Fredianelli. El equipo trabaja en la misma línea de investigación desde hace casi una década y en esta oportunidad pusieron la lupa en lo que ocurre en tres Barrios Pueblo, una denominación que se le otorgó a las áreas que eran próximas al centro y que dieron asiento a la primera expansión histórica de la ciudad de Córdoba a finales del siglo XIX.
Territorios y patrimonio edilicio
Los barrios son heterogéneos, pero tienen una preocupación común: actualmente atraviesan un proceso de gentrificación, fenómeno que hasta hace unos años se daba exclusivamente en los cascos urbanos, pero que ahora comenzó a trasladarse también a las periferias, especialmente en territorios con valores arquitectónicos patrimoniales como es el caso de Alberdi, San Vicente y San Martín. ¿En qué consiste? en el desplazamiento de los vecinos históricos, al mismo tiempo que la destrucción del patrimonio cultural tangible. “Es la readecuación de acuerdo a cánones estéticos o con otras lógicas. Estos vecinos tienen una mirada crítica de cómo se piensan las ciudades y por eso hay tensiones territoriales, entonces con este proyecto queremos hacer un aporte en cómo pensar la apropiación del espacio público que suelen hacer desde los gobiernos, pero que respete la memoria de quienes lo habitan”, señala Sofía Rizzo, una de las investigadoras.
En particular, los vecinos de Alberdi trabajan con la multisectorial “Defendamos Alberdi”, organización que busca conservar el patrimonio barrial, sobre todo edilicio e institucional. Por ejemplo, desde allí se propuso como forma de lucha y defensa la actualización del catálogo municipal y la redefinición de las Áreas de Protección de Patrimonio.
La lógica urbanística que muchos gobiernos actuales pregonan, como ocurre en ciudades como CABA o Córdoba, va desde la transformación de viviendas hasta la reconversión total de espacios públicos. “El urbanismo encubre una estrategia de dominación de clase, obsesionada con la planificación, la racionalidad científica, la clasificación y el control”, señalan desde el equipo de investigadores de la UNC. Estéticas homogéneas, negocios inmobiliarios y millonarios, discursos sobre la necesidad de modernización son patrones en esa intervención urbana.
Al igual que en Alberdi, en San Vicente salieron a defender su patrimonio ¿cómo? Conformando una red de vecinos que se turna para realizar visitas guiadas por el barrio y recorrer puntos históricos, con el propósito de transmitir y darle valor al patrimonio e identidad del barrio. “Aquí hay un sector que históricamente fue Villa La Maternidad y ahí se dio una lucha fuerte en contra de la gentrificación, un intento sistemático de desalojo. Cuando surge el barrio quedaba en las afueras, hoy por hoy es parte del centro de la ciudad y seduce a inmobiliarios y gobiernos que quieren mostrar otra cara de la ciudad”, aclara Rizzo. Y agrega: “Pensar quién diagrama las ciudades, qué rol juega el Estado es un debate mundial”.
Lo intangible y silenciado
Marianela Grasso también forma parte del equipo de investigación y explica que el patrimonio intangible que aparece en los relatos de vecinas y vecinos tiene que ver con lo pluricultural, con los pueblos originarios de esos territorios. “Los Comechingones fueron silenciados, queda muy poca gente que reproduce su cultura. Entonces, nuestra preocupación es rescatar las memorias de esos pueblos, sus luchas por la defensa de espacios y sus múltiples conmemoraciones, y poder reeditar esos saberes, que sigan estando presente. Por ejemplo, dar visibilidad a esta movida para que se vuelva a llamar Pueblo Alberdi, Pueblo Comechingón”. Actualmente, la comunidad reclama el derecho al reconocimiento y respeto de su cultura e identidad, acompañado por el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA).
“Reconocemos que los territorios pre-existían. Pero, por ejemplo, de San Vicente no tenemos registro antes de que se fundara en 1880, es muy positivista mencionarlo así, pero hasta el momento no tenemos información. Eso lo diferencia de los otros barrios”, cuenta Grasso. Sin embargo, desde el equipo aclaran: “nuestra perspectiva es descolonial. Cómo se nombran los hitos y conmemoraciones, los nombres de las calles; todo ese análisis se hizo junto a los vecinos. Los tres territorios tienen pactos fundacionales distintos, y la manera en que el Estado fue conformando esos territorios de forma distinta”, sostiene otra de las docentes e investigadoras, Gabriela Tejeda. Ahora bien, cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva; un posicionamiento del que parten en el proyecto.
Por otro lado, la historia oral sobre los pueblos originarios converge con las nuevas migraciones o las instituciones más destacadas. Confluyen distintos actores y relatos. “Las diferentes corrientes migratorias iban configurando los barrios y se mezclaron con la presencia de la iglesia o instituciones muy fuertes, como la ex casa cuna del barrio San Martín. San Martín se constituyó de algún modo desde ese polo, vinculado con esas instituciones y esta idea de barrio pueblo, de la periferia”, aclara Lucas Herrera, otro de los integrantes del equipo.
Las mujeres que no fueron tapa
No intangibles, pero sí silenciadas han sido las mujeres. El relato sobre lo territorial suele producirse y reproducirse desde una perspectiva androcéntrica, “En un principio no teníamos la categoría de género como un eje trasversal, hasta que al llegar a los territorios nos encontramos con mucha presencia de mujeres, no sólo en tareas que eran históricamente atribuidas a lo femenino, sino también en cuestiones públicas, políticas; eso no había sido visibilizado en la historia oficial. Cuando reconstruimos con ellas la historia de su barrio, habían tenido, por ejemplo, fuerte participación en el Cordobazo. Fue muy interesante recuperar esas historias”, cuenta Rizzo.
La presencia y participación de las mujeres en el espacio barrial, movilizadas por el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias y de la comunidad, es una forma de hacer política a partir del entorno social cotidiano, es decir, es el modo en que las mujeres se vinculan a los asuntos de interés público. En general, han sido las mujeres las articuladoras silenciosas de lo colectivo en lo cotidiano y la categoría de género resultó para este grupo de la UNC clave para pensar los territorios desde la historia oral. El equipo se completa con los investigadores Cintia Nin, Natalia González y adscrito Lautaro Luna.