Más allá de la crisis sanitaria, la pandemia por Covid-19 vino a reforzar situaciones previas de asimetrías, al acrecentar problemas productivos y sociales en todo el planeta. “El virus de la desigualdad”, como se lo ha denominado, también impacta en Argentina: mientras la pobreza no baja del 45% y la indigencia supera el 10% de la población, un puñado de grupos empresarios duplicó sus ganancias brutas.
Según los últimos datos de la cuenta de generación y apropiación del ingreso de la economía del INDEC, la participación de los asariados en el producto cayó un 3,8%, mientras que el excedente bruto de explotación, es decir, aquello que queda en manos de los empresarios, se expandió aún más: en un 5,1% en el primer trimestre del 2021, respecto al mismo periodo del año anterior.
¿Cómo explicar esa desigualdad? Principalmente, por el aumento de precios y la captura de subsidios (1,5%) por parte del empresariado durante el contexto de aislamiento. Desde el área de sectores populares del Instituto de Pensamiento y Política, desde donde realizan informes sobre el desempeño del mercado de trabajo, distribución del ingreso y las condiciones de vida de la población, la economista Ana Rameri señaló que esos comportamientos no hicieron más que mostrar la “enorme resistencia que pone el capital concentrado a la estrategia del gobierno nacional de recuperación del salario y mejoramiento de las condiciones de vida de la población”.
Durante el primer trimestre, se produjo una recuperación de la actividad económica del 2,5%, pero concentrada en algunos sectores de la actividad y sobre la base de un menor insumo de mano de obra. Los datos del INDEC también indican que los puestos de trabajos todavía están en un 2,4% por debajo del nivel pre-pandemia y, al mismo tiempo, se da una caída real de la masa salarial del 6,8%, que tiene a la tasa de inflación como la gran protagonista, al trepar al 42,6% interanual al mes de marzo y que ya supera el 50% en la última medición del mes de junio. “El fenómeno de la inflación no es neutral en términos distributivos, no afecta de igual modo a todos los actores de una economía, y esto se explica a partir de dos principales estrategias de los formadores de precio: apropiarse de eventuales recomposiciones salariales y capturar los subsidios que el gobierno dispuso para paliar la pandemia”, explica Rameri.
Gráfico Desigualdad y Excedente
Los sectores que lograron una importante apropiación del excedente social fueron la industria alimenticia, el agronegocio y la industria manufacturera, especialmente el sector farmacéutico cuya facturación total, en el primer trimestre de 2021, aumentó un 57,4% en relación con el mismo trimestre de 2020. En sintonía, un informe de seguimiento de los precios de medicamentos del Instituto de Estudios en Salud de ATE (IDEP Salud), desde donde se trabaja en conjunto con el IPyPP, muestra que los insumos para la atención de pacientes críticos (UCI) incrementaron su valor un 237,5% durante el período de pandemia, de cuatro a cinco veces más que los medicamentos ambulatorios, que aumentaron un 50%.
Por su parte, las comercializadoras (con fuerte presencia de las plataformas digitales de comercio electrónico como Mercado Libre) capturaron el deterioro del poder adquisitivo del salario vía precios y vía mayor explotación laboral, mientras que los sectores que, de manera directa concentraron la mayor parte de los subsidios, fueron los servicios de energía eléctrica, gas y agua y el de la explotación de minas y canteras.
Cuadro Principales Actores Beneficiados
Cuadro Ventas y Ganancias
“Lo paradójico de este cuadro es que la pobreza está prácticamente al mismo nivel que en el peor momento de la pandemia, entre un 45 y un 47%, con un agravamiento del hambre. A su vez, la indigencia viene creciendo por encima de la pobreza, en junio el aumento interanual de la canasta de alimentos fue del 57%, por encima de la canasta básica total. Mientras ocurre eso y se agota el proceso de recuperación económica por la asfixia de un mercado interno, grandes empresas aumentaron sus ganancias brutas por encima del 100%”, comparó Rameri.
En este marco, desde el Instituto que dirige Lozano se insiste en la necesidad de implementar una Renta Básica Universal de carácter incondicional y combinarla con un programa de empleo garantizado, proyecto que fue presentado recientemente al Ejecutivo. Pero también se destaca que esas medidas deben ir acompañadas de nuevas formas de regulación de los precios. La estructura productiva argentina se divide en 20 bloques sectoriales que agrupan a las principales cadenas de producción. En ellas, Rameri detalla que “hay que estructurar mesas de Concertación y Control compartido con la estructura de Costos; mesas donde participan productores, distribuidores y consumidores; mesas donde el Estado junto a las Pymes, los trabajadores y las organizaciones de consumidores puedan avanzar en limitar los abusos de posición dominante. La tarea es regular y a la vez potenciar nuevos oferentes y nuevos canales de Distribución”.