Foto: Pedro Carriquiriborde y Macarena Rojo. Crédito de CONICET La Plata.
Dos investigadores de La Plata fueron reconocidos por su aporte a un estudio internacional sobre contaminación por fármacos en diversos ríos de los cinco continentes. Pedro Carriquiriborde y Macarena Rojo trabajan, desde hace años, en evaluar el riesgo ambiental para el ecosistema acuático, a partir del uso de compuestos farmacológicos. La investigación, además, permite trazar el perfil de consumo de medicamentos, según el país.
Carriquiriborde y Rojo forman parte del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CONICET-Universidad Nacional de La Plata-Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires). El tema que los ocupa y preocupa desde hace más de una década es el nivel de contaminación en las comunidades de peces en ríos y arroyos de Argentina. Bajo la dirección de un equipo científico de la Universidad de York, en Reino Unido, los platenses participaron de un mega estudio que analizó muestras de 258 ríos de 104 países y arrojó un panorama inquietante en relación a los altos niveles de concentración de compuestos farmacológicos que aparecen en cursos de agua. El trabajo, con acceso abierto, acaba de ser distinguido como una de las seis mayores contribuciones del 2022, elegido entre más de 3200 artículos, por una prestigiosa revista científica norteamericana: Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Cuando el río muestra
Rojo y Carriquiriborde aportaron muestras del Río Matanza-Riachuelo en el marco del análisis global, lo que ubicó al afluente de Argentina entre los sitios con mayor contaminación por fármacos del mundo, detectándose 23 de los 61 fármacos buscados. Entre ellos, ibuprofeno, paracetamol, diclofenac y carbamazepina figuran en el ranking de las sustancias con mayor presencia, que llegan a través de la orina y heces humanas como parte de los efluentes cloacales. “Casi que podríamos decir que hay una relación lineal entre cantidad que se usa de una sustancia y cantidad que hay en el ambiente, salvo por aquellos compuestos que se degradan fácilmente. Es decir, lo que se usa aparece en el ambiente”, subraya el investigador y docente en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP en su charla con Redacción Mayo.
En el trabajo de campo en el Riachuelo la sorpresa la dio la sustancia “carbamazepina”, un psicofármaco utilizado como antiepiléptico, pero también como estabilizador del estado de ánimo, por ejemplo, para episodios de depresión. “Uno de los escenarios encontrados en el estudio global es que hay patrones de contaminación por fármacos que son muy diferentes entre países y eso estaría vinculado no sólo con los productos que se comercializan en cada región, sino con lo que se consume y las recetas que hacen los médicos”, explica Carriquiriborde.
Más allá de los riesgos en la salud por el consumo indiscriminado de medicamentos, alarma que diversas instituciones han encendido en los últimos años, la presencia de esas sustancias en cursos de agua genera otra problemática. Como ejemplo, el investigador del CIM señala que ciertos fármacos inhiben la reproducción de algunas especies de peces. “Un fármaco del que se habla poco, pero es el que más peligro genera es la pastilla anticonceptiva (etinilestradiol) porque mimetiza las hormonas. Aunque sean concentraciones muy bajas, tenés efecto sobre el sistema reproductivo de los vertebrados (los anfibios, los peces), incluso algunos invertebrados se ven alterados a nivel productivo”. Lo más llamativo es que también afecta a nivel sexo. Esto último fue analizado en el arroyo Girado, cuerpo de agua conectado a la laguna de Chascomús, por los investigadores argentinos y colegas de Estados Unidos y el hallazgo fue divulgado por Conicet La Plata en 2020. En ese estudio dan cuenta de que las drogas que concentran las píldoras utilizadas para la anticoncepción, y llegan a afluentes de agua, pueden generar una reversión del sexo en algunos peces, como el pez nativo “madrecita de agua”. En otras palabras, se feminiza y el macho transforma el testículo en un ovario.
“Aquellos estudios previos nos llevaron a participar de este mega proyecto internacional que abarcó los cinco continentes. O sea, nos contactaron porque ya hay investigaciones publicadas”, aclara Carriquiriborde. El trabajo premiado, y cuya entrega de galardones tendrá lugar durante este mes en la reunión anual de la Academia Nacional de Ciencias (NAS) de Estados Unidos, complementa cada una de las investigaciones locales al geolocalizar el tipo de fármaco y nivel de concentración que presenta cada ambiente ribereño. Al comparar más de 250 ríos en un centenar de países el estudio muestra la relación entre menor nivel de infraestructura de un país y mayor grado de contaminación.
Las soluciones no son simples, rápidas ni dependen de un solo factor, pero la alternativa más eficiente para minimizar la contaminación farmacéutica en cursos de agua es mejorar las plantas de tratamiento de aguas residuales convencionales. “Exceptuando la planta industrial que se encuentra en la localidad de Berazategui, que puede filtrar hasta un 30%, el resto de los líquidos cloacales de CABA y Gran Buenos Aires, que es lo que estudiamos nosotros, va crudo, sin tratamiento al Río de La Plata”, asegura Carriquiriborde. Como se trata de obras de infraestructura muy grandes y costosas, lo que está al alcance como individuos es el uso responsable de los medicamentos, porque (además del impacto en la salud) “tarde o temprano termina en el ambiente”, agrega el investigador de la UNLP.
Además de la polución farmacéutica hay otros agentes tanto o más nocivos para el ecosistema acuático, los cuales también han sido estudiados por Carriquiriborde y sus colegas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP: los plaguicidas y el uso urbano de los suelos. Sobre este último escenario el biólogo destaca que “cuando la gente se va a vivir a las afueras de la ciudad, la comunidad de peces se ve significativamente alterada; hay un deterioro muy grande de las cuencas hídricas a partir de la urbanización, lugares donde en un plazo corto de tiempo se pasó de tener 20 especies a tener sólo una o dos especies”.