Dramático y policial, los sesgos que predominan en las noticias sobre jóvenes y adolescentes
Hay una premisa en comunicación que sostiene que no todos los actores involucrados en las noticias tienen la misma capacidad de hacer oír su versión de los hechos narrados. Y ese supuesto se confirma en los estudios de Sandra Poliszuk, investigadora y docente por las Universidades del Comahue y de Río Negro. Jóvenes y adolescentes tienen poca importancia en la producción noticiosa de los medios y sus coberturas están marcadas por una fuerte homogeneidad temática. Así, sólo aparecen en diarios y sitios digitales de la región en una de cada diez noticias y, la mayoría de las veces, estigmatizados y estereotipados. Las fuentes informativas que predominan en esas notas son casi siempre las mismas: policiales, judiciales y gubernamentales.
Poliszuk es Doctora en Comunicación, por la Universidad Nacional de La Plata, cuya tesis defendió de modo virtual, el año pasado, a causa de la pandemia. Sus proyectos de investigación, sin embargo, se encuentran en la región de la Norpatagonia, en la ciudad de Viedma y su zona de influencia. Sobre cómo los medios de comunicación (especialmente privados y comerciales) ven a jóvenes y adolescentes, y el lugar que los reclamos juveniles tienen en la agenda mediática, da cuenta esta entrevista con Redacción Mayo. Hay una falta de perspectiva generacional en las noticias locales, destaca la investigadora.
-¿Cuánto y cómo aparecen las juventudes en las agendas informativas de los medios?
-Empiezo por lo que no aparece que es, justamente, la diversidad que reúne a la categoría "juventud", porque es una categoría que no puede ser unificada y homogeneizada y por eso en el campo académico y sociopolítico se prefiere el uso de la noción en plural. Hablamos de juventudes y no de juventud. En cuanto a qué se dice y cómo se los representa, en una investigación que realizamos desde la Universidad Nacional de Comahue encontramos que sus coberturas informativas estaban marcadas por una fuerte homogeneidad temática. Esto fue un estudio de medios impresos y digitales comerciales de la Norpatagonia argentina.
Jóvenes y adolescentes aparecieron involucrados como actores de las noticias, principalmente, en acontecimientos delictivos y hechos de violencia y en menor medida en otros tipos de acontecimientos. Además, tuvieron poca relevancia en la producción noticiosa general de esos medios: aparecieron en menos de un 10% del total de las noticias publicadas. Estas características que encontramos en nuestro estudio sobre medios de circulación regional coinciden con los resultados de otros con medios de mayor alcance y circulación, en el espacio público nacional. Y esa coincidencia, en parte, puede comprenderse por la lógica de producción de la mayoría de los medios periodísticos regionales que, para subsistir, repiten contenidos producidos desde usinas informativas de la zona central del país, principalmente, Buenos Aires, Córdoba y Rosario.
En relación con los enfoques desde los cuales se presentaron las informaciones, observamos la falta de un tratamiento mediático con perspectiva generacional. Las fuentes informativas que más nutrieron a las noticias fueron las policiales, judiciales y gubernamentales. Y con la pandemia se reforzó el tratamiento punitivo, descontextualizado y dramático de las juventudes. Las noticias que involucraron a jóvenes y adolescentes en la región se centraron en la cobertura descontextualizada de las denominadas fiestas "clandestinas". La mayoría de los sitios informativos digitales locales atribuyó exclusivamente la organización de estas fiestas a la "irresponsabilidad" de jóvenes y adolescentes y lo vinculó directamente con el crecimiento de los contagios y el incumplimiento de las medidas de distanciamiento. Hubo un tratamiento dramatizado, que mostró a jóvenes y adolescentes como actores aislados de sus condiciones más amplias y limitó la comprensión de lo juvenil.
La posibilidad de que se instale un asunto en los medios y que un actor social tenga visibilidad en ellos, incluso pueda hacer oír su voz, no implica necesariamente que sus puntos de vista sean tenidos en cuenta en la interpretación de las cuestiones que configuran un tema. Y esta posibilidad está en estrecha relación con los encuadres que predominan en las noticias. Eso sucedió con la visibilidad de las juventudes en los medios.
Pero también es necesario pensar cómo el discurso mediático se nutre de los sentidos sedimentados socialmente, por ejemplo, narrativas estigmatizantes, discursos del odio y estereotipos que tienen una aceptación social. Con la extensión de la pandemia, y en un contexto sociocultural marcado por el cansancio social, las insuficientes políticas sanitarias de cuidados y con perspectiva generacional desde el Estado y, su vez, la irresponsabilidad social y colectiva asociada con grupos políticos, se activó y se reforzó ese tratamiento espectacularizado de las noticias.
-¿Qué marcos de referencia movilizan a las militancias juveniles en los últimos años?
-Para abordar los marcos de referencia del activismo juvenil en la Norpatagonia, es necesario comprender cómo la militancia juvenil interpretó sus condiciones de vida como problemas públicos, construyendo así un escenario de oportunidad para la movilización. Desde la mitad de la segunda década del siglo XXI hasta la actualidad, un entramado de dinámicas emergentes (como la pandemia) y preexistentes, posibilitaron no solo el crecimiento de los movimientos sociales, con protagonismo juvenil, en la región, sino también importantes disputas y reconfiguraciones en los procesos de enmarcado.
Antes de la pandemia, entre 2016-2019, la militancia juvenil Norpatagónica activó sus marcos de acción colectiva sustentados en definiciones relativamente compartidas sobre el creciente aumento de la pobreza, la violencia institucional y de género, y el desfinanciamiento de la educación como problemas públicos capaces de impulsar la movilización. Pero las principales diferencias se observaron en la identificación de las causas y la atribución de responsabilidades. Mientras que, desde la percepción de algunos activistas, el crecimiento de la violencia se produjo por el "clima de antiderechos, represión y estigmatización de los y las jóvenes militantes" para otros se destacaba, desde una matriz moral de la política, la "falta de unidad y solidaridad" del movimiento juvenil.
A partir de 2020, junto con la pandemia y las políticas de aislamiento, se reconfiguraron -bastante abruptamente- los marcos de referencia, las definiciones compartidas sobre los problemas públicos capaces de impulsar la movilización, y se acrecentó la aparición de otros actores, temas y escenarios del activismo juvenil. La salud y, especialmente, la salud mental se construyó como problema público vinculado con las preocupaciones de la militancia juvenil.
-¿Y qué lugar ocuparon esos reclamos en la agenda mediática y en las redes sociales?
-En la pandemia, las redes sociales digitales ocuparon un lugar central en la intervención y visibilidad de las juventudes militantes, aunque no en forma exclusiva. Las radios comunitarias fueron espacios para la construcción gradual de nuevas estrategias de visibilidad y de gestión inter y autoorganizativa de la militancia juvenil barrial, feminista y de género. Por otra parte, adquirieron visibilidad en la región, jóvenes y adolescentes vinculados con grupos conservadores y de derecha que movilizaron procesos de resistencia a las políticas de salud implementadas por el gobierno nacional y provincial. Pero hay que tener en cuenta que anteriormente, cuando se debatió la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, esos grupos ya habían tenido protagonismo.
En general, los reclamos juveniles tuvieron poca visibilidad en la agenda mediática local durante este período, aunque se evidenciaron variaciones significativas entre las agendas de los medios comerciales y las de los medios comunitarios; éstos últimos tuvieron mucho más en cuenta los puntos de vista de jóvenes y adolescentes en los temas que trataron. Además, sus actuaciones no sólo fortalecieron los procesos para la continuidad educativa, sino que desplegaron procesos comunitarios de articulación entre medios, escuelas, docentes y estudiantes.
Sobre los encuadres noticiosos y los marcos promovidos por las agrupaciones juveniles (estudiantiles y de género) se puede ampliar más en la tesis doctoral de Poliszuk, dirigida por la reconocida investigadora Natalia Aruguete. Se descarga desde este sitio: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/132541