Ilustración Juan Pablo Dellacha
El 2020 pasará a la historia como el año donde una microscópica bacteria paralizó la economía mundial. Argentina, que implementó el aislamiento social más prolongado del planeta, no fue la excepción.
Durante el año pasado, se perdieron más de 263.000 puestos de trabajo formales debilitando la cadena de valor de un sinnúmero de pequeñas y medianas empresas. Los efectos sociales, sanitarios y económicos de la pandemia se asemejan a los de una guerra, donde la sobrevivencia del planeta pasa por la lucha incansable contra un enemigo invisible, volátil y sumamente agresivo.
En ese contexto de restricción sanitaria y recesión económica, el sector de la construcción registró una abrupta caída durante el periodo marzo-junio y una rápida recuperación en el último trimestre.
Este diagnóstico se refleja en los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que posibilita explicar la incidencia de la actividad madre de la economía de un país. En este sentido, muchos políticos, sindicalistas y economistas intentan referirse al sector de la construcción como el vector necesario de la reactivación económica.
Algo similar al famoso plan Marshall implementado en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial y que organismos internacionales lo adoptaron como metáfora para hacer referencia a los programas gubernamentales a gran escala y diseñados para solventar los problemas sociales.
Concentración e inequidad
Al analizar los indicadores del año de la pandemia se observa que el rubro construcción se concentra fuertemente en CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y GBA (Gran Buenos Aires- Provincia) con un leve crecimiento en ciertos estados provinciales.
Sólo algunas provincias como Chubut, Misiones y Santa Cruz se destacaron en la cantidad de metros cuadrados construidos por año frente a la actividad registrada en el resto de las jurisdicciones provinciales. Esta tendencia se observa tanto en los años 2018, 2019 como durante el 2020.
Por otro lado, la concentración de actividades económicas en CABA y GBA influyeron considerablemente en este rubro. Durante los dos años previos a la pandemia, ambos estados registraron de 1,5 millones a 2,7 millones de metros cuadrados construidos, mientras que en las provincias del interior del país no alcanzaron los 500.000 metros cuadrados por estado y por año.
A este escenario, se sumó la paralización de las actividades económicas entre marzo y junio de 2020 que influyeron en una declinación del orden del 50% respecto al acumulado del año anterior.
La desaceleración se sintió tanto en las grandes ciudades como en el resto de las jurisdicciones impactando según el Instituto de Estadística y Registro de la Construcción en una caída del 16% de las empresas constructoras declaradas con relación al año anterior.
Aun así, en el último trimestre de 2020 los indicadores muestran una importante reactivación no sólo por la implementación de los nuevos protocolos, sino también por la puesta en marcha de una batería de medidas financieras adoptadas a mitad de año.
Mientras, con la finalidad de aliviar la presión sobre las reservas e intentar reducir la brecha cambiaria, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) sumó a la limitación de los U$S200 ahorro por persona, la imposibilidad de adquirir la divisa norteamericana si se recibía algún aporte del Gobierno Nacional proveniente del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) o del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Estas medidas no solo desalentaron la demanda de la moneda extranjera con fines de atesoramiento; sino condujeron al inversionista al rubro de la construcción, incentivando la obra privada en varios estados provinciales por sobre la obra pública.
Insumos
Por su parte, la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) publicó en diciembre pasado una comparación de los consumos de los últimos tres años. En el cuadro a continuación, se observa que la demanda de cemento por bolsa (indicador de la actividad privada) es similar al resto de los períodos anteriores; mientras que en el consumo del cemento a granel (indicador de las grandes obras públicas y/o privadas) tiene una desaceleración del orden del 20% respecto al año anterior.
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Bajo este escenario, los analistas interpretan que quienes mantuvieron la actividad durante el último periodo del año fueron los inversionistas privados, ya que el consumo de cemento a granel descendió el 55% respecto al consumo del año anterior.
Para el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC), el crecimiento que se registró en los últimos meses “excede ya al mero rebote” causado por “la abrupta caída inducida por las restricciones operativas que deparó el avance de la pandemia del Covid-19”.
Para esta entidad, en noviembre pasado se consumieron más de un millón de toneladas de cemento a nivel nacional, superando el consumo de noviembre de 2019.
Si bien este análisis refleja un crecimiento en los consumos de cemento con incentivo en distintos rubros, la realidad es que no alcanza para una reactivación económica a gran escala.
En este caso, los insumos ligados a las remodelaciones y viviendas unifamiliares como son los ladrillos huecos, pinturas y placas de yeso muestran un proceso de expansión en el sector de obras privadas.
Sin embargo, los datos más novedosos estuvieron asociados a otros insumos (asfalto, cemento y hierro) que podrían estar indicando una extensión del proceso de recuperación a otras tipologías más asociadas a la obra pública.
Al respecto, hay que tener en cuenta que -en el último trimestre del año- el inversor local se refugió en el rubro de la construcción, generando una rápida recuperación de la actividad y una explosión de la demanda en determinados rubros.
Esta situación terminó impulsando el valor de los insumos en el mercado local por la falta de stock de ciertos materiales que se sintieron en determinadas regiones del país.
Así lo confirmó el Indec con la variación de los precios registrados en el mes de noviembre de 2020 de los ladrillos y productos cerámicos con un incremento del 17,5%, el hierro con un aumento del 14,1% y los productos plásticos alcanzaron un aumento del 10%.
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La realidad es que estos resultados surgen como consecuencia del importante incremento de la demanda de materiales de la construcción y las medidas restrictivas implementadas en septiembre por el BCRA.
Pero más allá del impulso registrado, cada metro cuadrado incorporado a la estadística representa de seis a ocho meses de trabajo para los obreros de la construcción y una constante demanda de materiales para las nuevas obras privadas.
El cambio de paradigma sobre la base del inversionista local comenzó a dar resultados y, aun así, resta establecer las bases políticas y económicas para impulsar las grandes obras públicas que generen el círculo virtuoso del desarrollo económico de cada región.