En el último tiempo los argentinos que acceden a dólares expresaron una preocupación acerca de los billetes de 100 de la moneda estadounidense llamados de “cara chica”.
Se trata de los que tienen la cara de Benjamin Franklin, aunque para la mayoría pueden parecer todos iguales. Sin embargo, hay diferencias porque fueron impresos hasta 1996, donde la figura de uno de los padres fundadores del país del norte aparece más pequeño y dentro de un marco oval si se lo compara con las versiones que se emitieron en años siguientes. De ahí surge la denominación de “cara chica”. Esto se debe a que los billetes de 100 dólares que se emitieron con posterioridad a 1996 también tienen la cara de Franklin, pero en un tamaño mayor.
Este problema de diseño comenzó cuando los clientes de bancos comenzaron a rechazar esos dólares con la idea de que se trataban de falsificaciones o que habían dejado de estar en circulación
El reclamo que ahora enfrentan los bancos ya ocurría en el mercado informal, donde desde hace años se hace una diferenciación entre las distintas versiones del billete estadounidense. Sin embargo, no todo se debe al tamaño de la cara de Franklin sino a otras cuestiones. Una de ellas es que el dólar “cara chica” no se comercializa en la región, donde casi en la mayoría de los casos se usa para negocios ilegales.
Por ese motivo el billete puede ser tomado a un cambio inferior, como ocurre con los billetes manchados, por ejemplo, que se toman entre un 3% y 5% menos de su valor.
En la Argentina, especialmente, ocurre que la circulación de los dólares “cara chica” eran los que se utilizaban durante la primera mitad de la década de 1990, los años del Plan de Convertibilidad, donde el peso y el dólar tenía el mismo valor.
La discriminación de estos billetes, entonces, es infundada porque son legales y siguen en circulación.