-¿Cuál es el impacto de la renuncia de Martín Guzmán?
-El impacto ya había comenzado. Tuvimos un junio de desarme de las carteras en pesos; sobre todo, en los fondos comunes de inversión. El cambio de ministro generó lo que se suponía: una nueva salida de las posiciones en pesos. La primera señal de Silvina Batakis en términos de consolidar el frente fiscal, de hablar de la deuda en pesos, debería ayudar a tranquilizar. El Banco Central está actuando con mucho poder de fuego en el mercado. Todavía estamos en zona de turbulencia, pero conceptualmente no se vio una radicalización de la política económica, sino cierta tendencia a la continuidad de la estrategia de Guzmán, al menos en el frente financiero, que es lo que se debe calmar rápidamente.
-Solés insistir con la inflación como el principal problema de nuestra economía ¿Por qué no se puede solucionar?
-Es un problema que se ha vuelto crónico nuevamente. Hasta el 2007/2008 había dejado de ser un problema y volvió, como todo fenómeno crónico, para ser cada día más persistente y más agudo. Forma parte de esta imposibilidad de encontrar los caminos para resolver problemas que tiene la política. Tanto el Gobierno anterior como éste han equivocado los caminos. Sin dudas. Es el punto más estructural de una economía sobrediagnosticada. La inflación resume los problemas acumulados y crónicos de la macro argentina.
-¿Lo ves más como un desajuste político que una cuestión estrictamente económica?
-Hay diferentes visiones de cómo atacar los problemas económicos en general y la inflación en particular. Algunos dan más preponderancia a todo lo fiscal y monetario. Lo fiscal y monetario predomina, pero en un problema que se ha vuelto crónico entran otros factores más heterodoxos, de inercia inflacionaria, de formadores de precios. Todo este tipo de cuestiones habrá que atacarlas, pero lo fiscal y monetario forman parte de esos acuerdos y consensos que no se terminan de plasmar. Y es ahí donde entra la política.
La política tiene que ordenar la macro. No necesariamente es la causante de la inflación, pero sí es la responsable de resolverla. Va a ser un proceso largo y no se solucionará de la noche a la mañana. No existe la idea que tenía Mauricio Macri de que la inflación se resuelve rápido y fácil. Son cantos de sirenas que no tienen asidero en el tipo de proceso inflacionario que tiene la Argentina. No se trata solo de dejar de emitir moneda ni tampoco de castigar a los sectores concentrados. La inflación es un problema de la macro, que no se resuelve solamente con medidas sectoriales ni con una visión miope y cerrada de emisión de pesos. Es un fenómeno bastante más complejo y en esa complejidad radica parte del problema del país; de no encontrar la manera de que la política ordene todas esas variables y le permita a la sociedad entender que se va en una dirección de baja de la inflación. Porque si la sociedad entiende eso, los procesos de formación de precios que todos los días hacemos todos se van a ir alineando. Si tenés la expectativa de que el peso se va a devaluar, la formación de precios va a ser siempre al alza, por las dudas.
-En esa complejidad, ¿hay algún elemento que te parezca central?
-La política debe tomar el tema en serio y diseñar y comunicar un programa de estabilización de precios de determinadas características. Comunicación clara y concreta. Un plan de estabilización debe tener acuerdos de precios y salarios, para dar previsibilidad a todas las partes. Hay que pensar un esquema de ese tipo. El programa debería encontrar la manera de sacar del colchón o de las cajas de seguridad ese medio PBI que tenemos en dólares billete los argentinos. Si sacamos al menos el 5 o 10%, buena parte de los problemas de divisas que tiene el país se empezarían a resolver. Pero esto implica un gran programa de consenso político. Si no entendemos que la política tiene que hacer ese trabajo de coordinación sectorial y distributiva, será difícil de resolver el problema.
Acordar con un sector, como se vino haciendo hasta ahora con Precios Cuidados, no resuelve los problemas. Son acuerdos muy pequeños en relación con el universo de bienes que consume una familia. Son pequeñas gotas en el océano que no resuelven absolutamente nada.
-Las empresas que adhieren a ese tipo de programas y luego buscan también la trampa para poder zafar. ¿El acuerdo no debería ser integral de todos los sectores?
-Es racional que un empresario haga eso. En la economía, hay cosas que funcionan inexorablemente. El empresario solo trata de maximizar su beneficio. Si vos ponés reglas de juego creíbles y sostenibles, en tres años se va a arreglar. Cuando se plantea que hay sectores concentrados que explican la inflación, yo invito a ver cuántas empresas sectoriales hay en otros países y son la misma cantidad que acá y en esos países no hay inflación o la hay en porcentajes mucho más bajos.
-El ingreso es también un problema fuerte, con salarios registrados privados que no llegan muchas veces a cubrir la canasta familiar de pobreza. ¿Cómo se hace para recuperar ingresos sin generar más inflación?
-La caída de los ingresos en términos reales en los últimos cinco años ha sido formidable. Se ha frenado un poco este último año; sobre todo, en los sectores registrados privados. Pero cuando uno mira el mapa del ingreso es muy complejo. Por ejemplo, el último dato de Indec muestra que los ingresos informales en mayo crecieron 45 puntos en 12 meses y la inflación creció un 60%. Una economía que tiene un problema serio de inflación va a tener un problema serio de ingresos. Todo lleva a la inflación. Es la "key word" de la economía argentina. No soy de los que piensan que los salarios producen inflación, pero en un contexto inflacionario sí va a crear más inflación. La bola de nieve está armada y forma parte de la lógica de formación de precios de cualquier empresa.
-Hay quienes dicen "no importa si hay inflación, siempre y cuando los salarios vayan por encima".
-Miremos las estadísticas. Si no importa que el 50% de los argentinos pierdan 15 puntos en un año -cuando ya vienen castigados duramente desde 2018-; si querés que tu salario real pierda 2 o 3% al año, no hay problema. Ese argumento cae por la Ley de Gravedad. Una cosa es el deber ser y otra lo que es. Es una discusión filosófica, cuando debemos resolver problemas concretos. A mí, también me gustaría que el mundo sea de otra manera.
-¿Se puede pensar en políticas expansivas para salir por arriba del laberinto?
-Siempre hay que conseguir una manera de financiar estas iniciativas. Un ejemplo concreto: miremos los Gobiernos de Cristina Kirchner. Hubo dos. El primero fue de una amplia expansión de derechos, de una continuidad en la recuperación del salario real -lo cual está muy bien-, al tiempo de una aceleración inflacionaria moderada. El segundo intentó seguir por el mismo camino, pero a costa de más inflación. El primero se financió con superávit fiscal y externo que había heredado del Gobierno de Néstor Kirchner. Esas políticas expansivas deben encontrar financiamiento y en el segundo Gobierno no lo encontró. Entonces, empezó a apelar a la venta de Reservas. El BCRA perdió 35 mil millones de dólares en ese tramo y eso derivó en la devaluación de 2014. Entonces, está muy bien la ampliación de derechos, pero hay que tener de dónde financiarla. Hoy, no tenemos ninguna de esas posibilidades: no hay reservas, no hay acceso al crédito, hay cada vez menos pesos. Estamos en una situación compleja, que exige a la política tomar seriamente el tema y coordinar este programa de estabilización para dar señales de que la inflación bajará.
-No sé si es causa o consecuencia, ¿pero qué rol juega el tema dólar, que siempre escasea? ¿Por qué nos faltan dólares en épocas de exportaciones extraordinarias?
-De nuevo, "key word": inflación. Los pesos no se pueden proteger. Quien está en pesos encuentra dificultades serias de protegerse. Además, hay incentivos que generan algunas directrices de la política económica; por ejemplo, le brecha cambiaria. Las empresas se dolarizan adelantando importaciones. El que produce lavarropas y compra chapa afuera, comprará de más para ahorrar en dólares. Ese es el "festival de importación" que mencionaba Cristina. Es cierto que hay más importaciones que las necesarias para los niveles de producción y de tipo de cambio real de la Argentina. Esto lo alertamos desde finales de 2020. Todo lo que huele a dólar se compra. Ya sea billetes físicos o insumos. Estamos entre USD 1.000 y USD 1.200 millones de exceso de importación. Eso se paga. Son entre USD 20 mil y USD 25 mil MM por año. No es trivial. Deberíamos estar en USD 4.500 o USD 5.000 MM por mes en importaciones y terminamos en USD 7.800 MM el último mes.
-Algunas corrientes con representantes como Javier Milei hablan de dolarizar la economía. ¿Lo ves viable?
-De nuevo, veamos las estadísticas. ¿En qué condiciones están los países que se dolarizaron y perdieron su moneda? Miremos a Ecuador. Ya fallamos en estos experimentos. La Convertibilidad, que no fue una dolarización pero se acercó bastante, demostró que son atajos que no resuelven los problemas. Recién recibido, tuve la oportunidad de hablar con Juan Sourrouille; un tipo muy interesante, muy inteligente. Me regaló una fotocopia de un diccionario en francés, que en uno de los capítulos hablaba de "Las cajas de conversión". Había casos muy raros en el mundo de países que habían dolarizado y ahí decía cómo terminaban. Y fue como terminó la Convertibilidad. Mal. Lo que no creía Sourrouille es que duraría diez años. En fin, ya sabemos que no funciona. Si dolarizamos -cosa difícil porque no tenemos los dólares suficientes-, vamos a tener inflación en dólares.
-¿Cómo ves a la agroeconomía?
-Es el único sector que aporta dólares netos. Hay que cuidarlo, promoverlo, estimularlo y trabajar de manera seria. Es una industria a cielo abierto. Hay una enorme cantidad de tecnología, de valor agregado. Tenemos una economía de conocimiento vinculada al agro que se puede explotar y podría ser parte incluso de servicios de exportación.
-Es un sector que está bastante enojado por tema retenciones. ¿Son necesarias, deberían eliminarse?
-Si al sector le das previsibilidad, no habrá grandes problemas. Lo que sienten en general es que se ataca con impuestos a donde hay un dólar. Es lógico que se sienta afectado. Hay que dar un esquema claro de retenciones, de por qué, para qué y hasta cuándo. Se podría intentar también con un diferencial de menos retenciones para mayor productividad. Probar alternativas, negociar. Tampoco se puede pensar en eliminar las retenciones de un día para el otro.
-FMI. Tenemos al suegro en casa. Le pedimos un montón de plata y lo tenemos en casa dando órdenes.
-(Risas). El suegro va a estar largos años en casa. Diez años, mínimo. Para esta coyuntura, te da una especie mapa para ordenar variables macro. El FMI no va a empujar a la Argentina a una crisis que se la puedan de nuevo endilgar al propio Fondo. No va a ser brutalmente estricto con las metas fiscales. Veremos cómo llegamos a diciembre. El FMI es corresponsable de que Argentina sea el mayor deudor del mundo. Soy muy crítico de esa toma de duda. Era evidente que con una cuenta de capital desregulada, cuando el escenario lo ameritara, el dinero se iba a fugar. Con una aplicación, sin mayor complejidad, se podía sacar los dólares a afuera, de la noche a la mañana. Hubo un elemento estampida que provocó la primera devaluación y después derivó en todo lo que ya sabemos. El dinero es fungible y se usó para distintas cuestiones, pero sí hubo un gran crecimiento de la Formación de Activos Externos.