Mario González preside la Cooperativa vitivinifrutícola La Riojana desde hace 22 años, pero integra esta forma de organización económica-social como socio desde hace más de medio siglo, tiempo más que suficiente como para poder asegurar que el sistema cooperativo es la mejor herramienta para lograr desarrollar el país y “sacarlo adelante”. “La cooperativa es el mejor modelo para que nos entendamos entre todos, así pensemos distinto”, asegura en una entrevista exclusiva con Redacción Mayo.
Esta empresa cooperativa comercializa vinos como el Santa Florentina, Raza Argentina, Limousin, Viñas Riojanas, Nacari, entre otros productos, en más de 20 países del mundo y se distinguen por sus sellos de producción orgánica y de Fairtrade o Comercio Justo.
-¿Cómo nace la Cooperativa La Riojana?
-Nosotros nacimos de los friulanos de Colonia Caroya de Córdoba y somos unos agradecidos de eso. La vieja cooperativa cordobesa que se llamaba La Caroyense sufrió los efectos climáticos en el año 1939 y vinieron a la zona de La Rioja a buscar la materia prima que les faltaba para producir y ahí nos sumamos los riojanos. Primero nos sumamos 13 productores, después el cooperativismo prendió acá como sistema de organización económica-social y anduvimos juntos como una cooperativa integrada por socios de dos provincias durante 50 años. En el año 1989 decidimos dividirnos en dos y quedó para este lado la cooperativa La Riojana, que tiene la experiencia de esos 50 años anteriores. El pasado 30 de junio cumplimos 82 años de vida fructífera. Tenemos bodega propia en Tinogasta, Catamarca, donde atendemos a productores de la zona. También en Tupungato, Mendoza, donde tenemos nuestra bodega y hacemos vinos de distintos tipos y calidad, y también aquí en La Rioja.
-¿Osea que la identidad cooperativa la heredaron?
-Claro, nos la trajeron los friulanos y acá nosotros nos sumamos a algo que ellos ya habían empezado a trabajar en 1930. Luego nos dividimos y la cooperativa de La Rioja fue creciendo. Tenemos un clima más apto y menos duro para los viñedos que en esas zonas de Colonia Caroya. Esa zona es más húmeda, con otro tipo de variedad. Lo importante es que hemos trabajando juntos y crecido y hoy estamos presentes en 20 países, y en un mercado nacional en el que competimos con los mejores vinos del país y del mundo. Y por sobre todas las cosas, avanzamos y demostramos que el cooperativismo es una muy buena herramienta que posibilita a los pequeños productores formar una gran empresa. Indudablemente, cada uno de nosotros, por los volúmenes que producimos, no podríamos abastecer y mantener abastecidos los mercados. Pero juntos sí. De nuestros 350 socios el 80% es pequeño productor. Así, pudimos demostrar que entre pequeños se puede hacer una gran empresa como la que tenemos hoy.
-¿Cómo describiría la coyuntura de la actividad vitivinícola?
-Bueno, luego de los años en los que se dieron cosechas muy numerosas y caída en el consumo, lo que generó que hubiera exceso de oferta, es decir, mucho vino disponible, y que durante varios años el producto no tuviera precios, la producción mermó y eso fue permitiendo el reposicionamiento de las bodegas. Hubo cosechas muy numerosas, no sólo en Argentina sino en todo el mundo y eso hizo que hubiera un desaliento a la producción. La producción mermó también a nivel mundial, lo que posicionó el producto. En ese marco, las bodegas como la nuestra buscaron diferenciarse.
-¿Y cómo lograron diferenciarse?
-Nosotros hemos buscado lograr mayor calidad y hemos certificado normas que hacen distinto al producto. Nosotros creemos que vinos buenos hay en todo el mundo, por eso tratamos de hacerlo de manera distinta. En ese sentido, somos los principales productores de vinos orgánicos del país, hacemos vinos biodinámicos, y tenemos certificado, entre otras cosas, de Comercio Justo, que es lo que nos permite hacer obras de bien común para nuestros socios, empleados y también para la comunidad.
-¿Cómo es la producción de vino orgánico?
-Es un tema de cuidado total del ambiente. No usamos fertilizantes salvo que sean naturales, no usamos insecticidas, y hay una búsqueda constante de cómo mejorar la producción pero con métodos tradicionales y que no contaminen. Eso hace que nuestros productores, aquellos que han obtenido el certificado, reciban un precio distinto respecto de su materia prima. Hoy por hoy el mundo va hacia eso. Va buscando productos no contaminados ni contaminantes. También estamos trabajando con el tema de energías limpias. Hemos colocado paneles solares para generar energía en una de las bodegas que está en la zona de Villa Unión. Esa bodega está alimentada con paneles solares.
-¿Todos los vinos que elaboran son orgánicos?
-No, no todos. También elaboramos convencionales. Lo orgánico necesita una certificación que llevó un trabajo de tres años de cada uno de los productores socios que se sumaron a la iniciativa. Esa producción tiene una trazabilidad que se monitorea anualmente y se certifica.
-¿Y cómo es lo del sello de Comercio Justo?
-Nosotros fuimos los primeros en traer al país la certificación de Fairtrade o Comercio Justo, que nos permite vender vinos en Europa y a EE.UU. Se trata de un sello controlado que certifica todo esto que hablamos del cuidado del medioambiente, certifica que no hay trabajo infantil, que tenemos buen trato hacia los empleados, entre otras cosas. Todo eso se audita anualmente. El comprador de estos vinos es un comprador que está dispuesto a pagar más por un producto que tiene ese sello, porque le da garantía de que ese dinero tiene un buen destino. Esa diferencia en el precio en relación a los otros vinos, ingresa todos los meses a una cuenta distinta de la cooperativa desde donde se la utiliza para hacer obras que benefician al productor, a los empleados en su zona y también a la comunidad. Así hemos hecho más de 40 proyectos desde el año 2006 a esta parte que han tenido como fin la salud, la educación, el deporte y las situaciones extremas de algunas personas que han necesitado apoyo especial.
-¿Cuáles son esos proyectos?
-Sólo para dar algunos ejemplos, hemos dotado de agua potable a Tilimuqui (una localidad en el Departamento Chilecito, en la provincia de La Rioja) haciendo perforaciones e instalaciones domiciliarias. Tilimuqui es un pueblo integrado por 80 familias. Hicimos también una escuela agrotécnica que la donamos a la Universidad de Chilecito que le dio todo el contenido. Hoy tiene 550 alumnos. Lo único que le pedimos a la Universidad es que no dejara de ser agrotécnica y que llevara el nombre del primer presidente de nuestra cooperativa, Julio Cesar Martínez. También inauguramos un centro de salud, el final de la obra civil lo obtuvimos el día 30 de julio, para celebrar el cumpleaños. Son 800 m2 destinados a la salud. Le pusimos dos nombres emblemáticos: Los Pioneros y Roberto Mantovani. Los Pioneros porque fue la primera cooperativa organizada en el mundo, una cooperativa de tejedores fundada en el año 1844, en Rochdale, Inglaterra. Y Roberto Mantovani porque fue nuestro gerente general hasta hace dos años en el que lamentablemente falleció.
-¿El Comercio Justo y la producción orgánica son las características que diferencian a la cooperativa La Riojana?
-Sin ninguna duda. Ha sido mucho más fácil certificar Comercio Justo porque por un lado, los principios solidarios los tiene el cooperativismo y por lo tanto los tiene nuestra empresa; y por el otro, porque lo que es el cuidado del ambiente y trato igualitario existe dentro del cooperativismo y nuestra cooperativa es así. Nosotros no solo no discriminamos a nadie sino que potenciamos las mejores capacidades de cada uno de nuestros productores o empleados. Creo que lo peor que nos puede pasar en cualquier actividad es creernos que somos superiores. Uno tiene que saber que tiene un techo y otro puede superarlo, pero cuando todos trabajamos juntos el resultado es óptimo.
-¿Cómo es competir en un mercado integrado por empresas que no están conformadas como cooperativas?
-Indudablemente, la seriedad que nos caracteriza y que hizo que nuestros clientes nunca se quedaran sin producto, marca la diferencia. Aún hoy, donde la incertidumbre ha frenado ventas, nosotros entregamos producción porque creemos que no es cerrando la parte comercial como se van a solucionar los problemas económicos del país. Por otro lado, tenemos una organización muy buena, tanto en el mercado interno como en el externo, tenemos buena gente trabajando, tenemos un consejo de administración muy cohesionado trabajando todos los días, no solamente una vez al mes sino que cumple tareas específicas todos los días, y hoy estamos con los ojos puestos en todos lados. Como nuestros ingenieros agrónomos que recorren las fincas de los productores dándoles el consejo adecuado, o como nuestros enólogos y vendedores que no sólo recorren el país sino también el mundo viendo qué es lo que busca el mercado, asistiendo a las ferias y adecuándose a las nuevas modas que van surgiendo y tecnificándonos cada día para tener el mejor producto.
-¿Cómo ven la coyuntura actual con las restricciones de dólares y las dificultades para conseguir insumos importados?
-Bueno, es una dificultad que tenemos que se ha agravado. Para elaborar los vinos hay una gran cantidad de insumos que provienen de otros países. Esto nos afectó como afecta a toda la industria, no solo la vitivinícola. Esperamos que esto cambie. Creo que los economistas y la economía tienen que estar acordes a los tiempos que corren para que no haya un colapso, porque evidentemente nosotros necesitamos tanto exportar para traer divisas como necesitamos importar para complementar lo que nos falta en nuestro país. Lo que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo como argentinos de una buena vez. El país no va a salir adelante sin trabajar, no va a salir adelante sin exportar, y sin que realmente apliquemos el sistema cooperativo. Dentro de una cooperativa no se habla de religión, ni de política, ni de equipos de fútbol. Cada uno tiene su corazoncito en algún lado, pero no se dice dentro de la cooperativa. La cooperativa es el mejor modelo para desarrollar el país y que nos entendamos entre todos, así pensemos distinto.
-¿Cuándo ingresó Mario González a la cooperativa?
-Yo estoy como socio desde el año 1968. He trabajado en la cooperativa con La Caroyense desde el año 1982, en distintos puestos y ahora soy presidente desde el año 2000. He recorrido un largo período que sin lugar a dudas es tiempo de cerrar, para dar espacio a la renovación. La cooperativa debe seguir su marcha, aprendiendo de gente que sabe y uno quedarse en la reserva para dar el consejo más apropiado cuando sea necesario. Ha sido un largo tiempo y tenemos gente con capacidad para que continúe.