Cosecha gruesa: El efecto Niña obliga a los productores a repensar sus planes de siembra
La campaña gruesa 2021-2022 se presentaría como un ciclo de Niña sobre Niña. El fenómeno se explica como consecuencia de que la sequía del ciclo anterior fue importante. En términos generales, los niveles de precipitaciones fueron menores a los habituales. En este contexto, y frente al inminente inicio de la nueva siembra que se inicia con el maíz en septiembre, crece la preocupación de cara a los pronósticos que anticipan la posibilidad de otro impacto de la Niña.
Según Jorge Ruiz, meteorólogo de la Bolsa de Cereales de Córdoba, para el próximo trimestre probablemente ya estemos transitando, un evento de la Niña con extensión hacia los primeros tres meses del 2022. La mayor parte de los efectos de ese incidente climático tiene que ver con la caída de los parámetros de descarga normales en materia de lluvias.
Tomando en cuenta esas previsiones, tranqueras adentro, los agricultores ya resetean su plan de siembra. Se especula que, con dos Niñas seguidas, los niveles de humedad anticiparían una caída en la performance de los principales productos agrícolas de Argentina: maíz y soja. Sólo en maíz de primera, se necesitaría un promedio de entre 15 y 100 milímetros de agua, según las zonas. En soja, los productores analizan encarar con semillas de ciclos cortos, medios y largos, de acuerdo al escenario de precipitaciones que se presente.
Para Fernando García, asesor del Grupo CREA en la Región Centro de Córdoba, si la previsión es de Niña, la estrategia más común es retrasar la fecha de siembra. Estamos hablando de maíces tardíos en diciembre y, en cuanto a soja, algo similar, como ocurre en el norte de la provincia de Córdoba. En algunos casos, cuando la situación es muy desfavorable, se disminuye la densidad de siembra: poner menor cantidad de semillas por hectárea para alcanzar un menor volumen de plantas, buscando lograr menos evaporación y conservar el agua de lluvia. De esta manera, se termina obteniendo mayor cantidad de granos, aunque sean menos plantas.
Rodrigo Bosch, integrante del Grupo CREA en la Región Norte de Córdoba, opina que la clave, durante una Niña, es asegurar fechas de siembra intentando esquivar los períodos decisivos. El ejemplo más claro es hacer maíz tardío, cuya etapa crítica se corre a febrero para asegurar jornadas de lluvias más razonables. En lo que hace a la soja, recomendaría grupos de madurez un poquito más largos. En la zona centro, si hay buenas lluvias en el arranque no confiarse y asegurar por lo menos 150 milímetros antes de comenzar los trabajos.
La ausencia de trigo este año en la zona, sumado a otros productos de invierno que se desestimaron, operan a favor de la acumulación de humedad en los lotes tras las precipitaciones de primavera, ya que no harán el proceso de absorción y servirán de reserva para la siembra de verano.
Para Bosch, es imperioso tener en cuenta valores, precios de mercados que son hoy muy interesantes y tomar alguna posición, por el 35% del estimado de la cosecha.
Desde la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), filial Córdoba, monitorean la situación con cautela. José Suárez, responsable del área comercial, adelanta que es muy prematuro anticipar proyecciones, pero creo que habrá replanteos por parte del productor en torno a cómo se para frente a la cosecha. El nivel de precios a nivel internacional es bastante bueno. Hoy, la soja mayo opera en 320 dólares por tonelada, en un contexto internacional complicado por las dificultades climáticas en Estados Unidos, Brasil y a nivel local. De manera que, si las lluvias no acompañan, vamos a replantear la siembra y la apuesta por la oleaginosa será importante. Pero la intención inicial es incrementar el área con maíz. De todas maneras, septiembre será decisivo.
Pese a la preocupación sobre el comportamiento futuro del factor climático, el hombre de campo lleva en su ADN la idea de crear riqueza. La cantidad de hectáreas sembradas es la medida de ese compromiso inquebrantable.