Cooperativista hasta la médula y transparente como no tantos empresarios, Ercole Felippa, presidente desde hace 26 años de la empresa láctea Manfrey, la cooperativa de tamberos emplazada en Freyre, en el departamento San Justo de la provincia de Córdoba, asegura que ?no puede haber una industria ganando dinero con un productor fundido, y viceversa?.
En diálogo con Redacción Mayo, el también actual presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL) y vicepresidente primero de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), explica la coyuntura que atraviesa el sector lácteo en Argentina, el conflicto de los precios, comparte su visión de país y se emociona al recordar sus orígenes productivos y cooperativos.
-¿Cómo está la coyuntura del sector lácteo?
-El sector lácteo no es ajeno a lo que está pasando en Argentina en un momento de mucha inestabilidad y mucha incertidumbre. Más allá de que es un sector vinculado a la actividad primaria, pero que a diferencia de otras actividades primarias en las que un alto porcentaje de lo que se produce se exporta, en el sector lechero un 75% de lo que se produce se vuelca al mercado interno, con todo lo que ello implica: con intervenciones por parte del Estado, con un mercado con un poder adquisitivo bastante condicionado como consecuencia de este proceso inflacionario, con lo cual, estamos en una situación bastante compleja.
Cuando hablamos del sector lácteo, si bien son varios los eslabones que lo componen, para mí dos son los más importantes, sin querer por ello decir que los otros no importan. Me refiero a la producción primaria y a la industria. Esos son sectores que deben trabajar con una agenda común, interrelacionados y actuar en conjunto porque no es posible imaginar el uno sin el otro. Nuestras industrias están equipadas para industrializar leche, no otra cosa, y el productor si no tiene una industria que sea competitiva y eficiente tampoco va a poder aprovechar el potencial que tiene. En ese sentido hay que revisar algunos aspectos que son muy importantes.
En primer lugar y hablando desde el punto de vista de la producción primaria, cuando se dan estos procesos de devaluación o aumento del dólar, siempre el precio de los lácteos corren por detrás, y a esto hay que agregarle los aumentos en el precio internacional de los granos. Hoy el principal costo para producir leche es el maíz. La relación histórica siempre fue un litro de leche, dos kilos de maíz, o un litro de leche, un kilo de soja, y hoy esa relación no existe, con lo cual, desde el punto de vista del productor, la situación es compleja. Cuando hablamos a nivel industrial, hoy la industria no está pudiendo trasladar el aumento de sus costos a precios, en primer lugar, por una política del Gobierno nacional en la que a través de distintos programas pone un tope. Y es muy difícil controlar los precios a la salida de fábrica cuando los costos no están frenados.
Hay otro elemento adicional que es importante destacar, y que es que el esfuerzo que está haciendo el sector de la producción y la industria en materia de precios no lo está aprovechando el consumidor, o por lo menos no lo aprovecha en toda su magnitud. Si nosotros analizamos el comportamiento de los precios desde diciembre de 2019 hasta abril de 2022, vemos que los precios mayoristas de los lácteos -que publica todos los meses el Indec- aumentaron un 36% menos de lo que aumentaron los precios al consumidor, con lo cual estamos diciendo que el esfuerzo que se hace desde la industria no lo está aprovechando el consumidor. Y con esto no estoy diciendo que hay una apropiación de la renta. Lo que quiero resaltar es que este tipo de medidas, como tantas otras veces, ha demostrado que no sirven para detener la inflación. Yo diría que, al contrario, los precios son una consecuencia de los desequilibrios macroeconómicos y no la causa.
Entonces, si no se ataca a la causa que genera el aumento de precios y solamente se atacan los precios, difícilmente pueda solucionarse el problema de la inflación. Entonces, para resumir, el sector más allá de las dificultades que hoy está pasando es un sector con un enorme potencial que al país le significa un ingreso de más de 1.200 millones de dólares por año en materia de exportaciones. Es un sector generador de empleo genuino que, además, en el interior donde están las plantas industriales y los tambos, genera un importante efecto derrame a través de otras actividades.
-¿El sector industrial y el primario siempre trabajaron juntos entendiendo esto de la eficiencia?
-Lamentablemente no siempre. A veces un poco más o a veces un poco menos. Es más, a veces se los ve como enfrentados. Yo creo que los intereses de uno y los del otro son los mismos, no se puede concebir una industria láctea sin un productor exitoso, no puede haber una industria ganando un montón de dinero y un productor fundido y viceversa. Tenemos que trabajar con una agenda común en la que la actividad sea atractiva tanto para el productor como para el industrial.
-Lo preguntaba pensando en Manfrey, que tiene un origen cooperativo en el que tamberos se unieron para formar una industria.
-Manfrey el año que viene va a cumplir 80 años, nace como una cooperativa de segundo grado, es decir, como una cooperativa de cooperativas, con el nombre de Cooperativas Asociadas Fábrica de Manteca Ltda. que luego devino en Manfrey (Manteca de Freyre) porque nace como productora de manteca. Hoy, después de 80 años de historia, creo que Manfrey es el mejor ejemplo de que el cooperativismo sigue siendo una herramienta de gestión empresarial válida, con resultados que están a la vista.
En Freyre está muy arraigado el sistema cooperativo, está Manfrey con más de 500 operarios directos, una empresa que facturó el año pasado casi 12 mil millones de pesos neto sin IVA, pero además tenemos otras cooperativa como la acopiadora de granos, consignataria de haciendas y proveedora de todos los que son los insumos para el sector agropecuario, otra que es de servicios públicos, energía, televisión por cable, banco de sangre y otras actividades más, con lo cual digo que en nuestra localidad el movimiento cooperativo está muy arraigado. Y son todas cooperativas con más de 60 años que han demostrado que estuvieron en condiciones de dar respuestas a las tantas situaciones de crisis que atravesaron.
Entonces, cuando nos preguntamos si el movimiento cooperativo es viable, yo digo que sí, es viable en la medida que adaptemos esta medida de gestión empresarial a los tiempos que hoy vivimos, donde el concepto de eficiencia, de agilidad en la toma de decisiones, de competitividad tienen que ser elementos fundamentales como en cualquier otra organización. Estoy convencido de que la figura de la cooperativa es una herramienta viable, válida y de una importancia social y económica muy fuerte en donde el rol que cumple en las localidades en las que están generan un efecto derrame muy importante. Vas a un pueblo como Freyre, por ejemplo, como muchísimos del interior, y prácticamente no hay desempleo, realmente es una Argentina distinta.
-Muchas veces se pone al industrial como contrario al productor en materia de precios ¿cómo ve eso?
-Precisamente a eso me refería cuando recién hablábamos de la agenda conjunta. Yo además de ser industrial soy productor y tengo la posibilidad de estar y tener la mirada de los dos lados del mostrador. Hoy me toca presidir la Cámara de la Industria Láctea (CIL) y allí somos la única empresa cooperativa, pero ninguna de las grandes industrias lácteas que están asociadas a la cámara tienen esa mirada de opuestos, al contrario, sabemos que nos necesitamos mutuamente.
Pero bueno, es un poco el desconocimiento o la falta de información. Los otros días escuchaba una entrevista que le hicieron al Presidente en la que se habló del sector lácteo, que decía que había una gran concentración en el sector. Es una mala información porque en realidad, en Argentina, la empresa que más volumen de leche vuelca al mercado tiene el 12% de la leche del país, cuando en otros países el nivel de concentración es muchísimo mayor. Hoy una de las características que tiene la lechería argentina es el alto nivel de atomización que hay en la actividad. Y a nivel de la producción también, hoy el país cuenta con alrededor de 11 mil tambos.
-¿Se están cerrando tambos?
-Ese es otro dato del que se habla, y es cierto, hay cierre, pero es un fenómeno que se da a nivel mundial. En todo el mundo, el cierre de tambos está en el orden del 5% anual cuando en Argentina estamos hablando de un porcentaje bastante inferior. Es decir, hay cierre de tambos, pero por debajo de lo que sucede en el mundo y que además obedece a cuestiones que van más allá de lo económico y que tiene que ver con el tema de continuidad generacional. Es decir, muchas veces sucede que en el tambo, como es una empresa familiar, no hay quien quiera seguir con la actividad y esa es una de las principales causas de los cierres.
-¿Las exportaciones son las que ayudan en la rentabilidad de la empresa en este contexto de precios pisados?
-Generalmente no. Argentina exporta el equivalente a un 25% de los litros que produce. Es decir, más o menos el equivalente a 2.500 millones de litros por año. De ese 25%, la mitad es leche en polvo, entera y descremada. Argentina es el cuarto o quinto exportador mundial de leche en polvo entera. Y el resto está dividido entre derivados del suero, quesos, proteínas y demás. El tema de la leche en polvo es que, como es un commodities, sus precios son internacionales y están muy vinculados con lo que pasa en China. Cuando China entra o sale del mercado produce cambios drásticos porque es un gran comprador, y generalmente la contribución que genera la exportación es menor a la que genera el mercado interno. Con lo cual, no es un tema que soluciona la rentabilidad, excepto lo que está pasando últimamente con precios muy altos en leche en polvo que si bien en los últimos 30 o 40 días tuvo una baja muy importante, siguen siendo valores altos en función de los ciclos históricos. El tema también es que las exportaciones lácteas tienen retenciones, el precio es bueno en términos de dólar, pero el dólar exportación es el dólar divisa y a ese hay que descontar las retenciones que son del 9%, con lo cual, por ahí no se pueden aprovechar las oportunidades.
Cuando nosotros vemos qué es lo que pasa en el mundo en materia de exportaciones y demandas, vemos que la curva de la demanda en períodos más largos de tiempo crece más que la producción y esa mayor demanda la van a poder proveer aquellos países que estén en condiciones de poder producir leche barata y esos son Oceanía, que prácticamente está en su máxima capacidad, o Argentina, sur de Brasil y Uruguay. Uruguay tiene pocas posibilidades de crecer, Brasil está creciendo, y en Argentina falta que nos pongamos de acuerdo en cuatro o cinco cuestiones básicas para que le demos previsibilidad a quienes producen y que la actividad sea rentable.
Estamos llamados a ser grandes protagonistas en el mercado mundial, precisamente por las posibilidades que tenemos como país de poder producir a menor costo. Si uno analiza los principales proveedores del mercado mundial (Estados Unidos, la Unión Europea y demás) son países que tienen los costos más altos para poder producir. Entonces creo que tenemos una enorme posibilidad, pero ningún mercado, ni el externo ni el interno, nos va a pagar un sobreprecio para cubrir nuestra ineficiencia.
-¿Por qué somos más económicos?
-Básicamente por condiciones climáticas y geográficas. Tenemos condiciones climáticas muy buenas, hay un alto porcentaje de la producción que es a base pastoril, en donde se han logrado niveles de eficiencia muy buenos, y eso es una ventaja comparativa. Tenemos suelos fértiles que producen maíz y pasturas a mucho menor costo que los que lo producen en otros mercados.
-¿Cuándo ingresó a la actividad lechera?
-Vengo de una familia de productores agropecuarios tremendamente cooperativistas. Mi padre fue fundador de varias cooperativas. Yo al cooperativismo lo mamé desde muy chiquito. Todavía guardo como recuerdo esas tantas reuniones a las que yo acompañaba a mi viejo. Me sentaba en sus piernas, yo con pantalones cortos, y allí escuchaba hablar de las cooperativas. Osea, es algo que yo mamé desde muy chiquito. Para mí el cooperativismo forma parte de mi vida.
En Manfrey ingresé en el consejo de la cooperativa en 1991, o sea que hace más de 30 y hace 26 años que estoy ocupando la presidencia, no porque sea bueno, sino porque no hay otro. Ingresé en un momento difícil, en el que fui a plantear la posibilidad de achicar los pagos debido a la hiperinflación y allí me invitaron a quedarme y aquí estoy. Y en la actividad láctea estoy de siempre. Mi viejo fue productor tambero, tenían una sociedad con sus hermanos, llegaron a tener seis tambos, luego se separaron y cada uno siguió con su tambo. Mi familia siempre estuvo vinculada a la actividad.
-¿Ya se resolvió el relevo generacional?
-Sí, tengo dos hijos varones, uno es ingeniero en sistemas y el otro es veterinario y hoy está ejerciendo en Freyre y es el que está un poco al frente de la actividad.
-Ercole es presidente de Manfrey, de CIL, vicepresidente de la UIC, e incluso intentó hacer política. ¿Ya no?
-Fue una experiencia sumamente positiva. Creo que se pueden hacer cosas. Hay que revalorizar la actividad política, que creo que está devaluada por esto que tenemos los argentinos de generalizar. Seguramente hay políticos malos, como hay empresarios malos, como hay buenos políticos y empresarios buenos. Hay de todo.
Mi incursión tiene que ver con el compromiso que siento yo con el país, con mi tierra, con mi gente. Siempre creo que hay espacios en los que puedo aportar para devolver parte de lo que la sociedad me dio. Yo soy un agradecido a la vida, a mi país, más allá de que tenemos un montón de problemas por resolver. Creo que hay que devolver en la medida en que podamos parte de lo que nos dio, desde cualquier lugar, desde la política, la producción, desde el más humilde de los trabajadores hasta el mayor de los dirigentes políticos. Todos cumplen un rol, y ese rol tiene que ser parte de un compromiso con nuestra comunidad y nuestro pueblo.
En ese momento entendí que era una forma de aportar. Cuando me convocan, yo no había hecho nunca política, fue como querer entrar a la universidad sin haber hecho el primario. Fue una experiencia interesante, me permitió entrar en contacto con mucha gente y corregir muchos prejuicios que tenía. Para mí fue una experiencia enriquecedora.
-¿Cómo considera que está el país y Córdoba?
-Al país lo veo muy mal. Córdoba, por el perfil productivo que tiene, es una provincia con una enorme cantidad de recursos, pero, además, es una provincia con muchas industrias. Veo una provincia que tiene todo, turismo, fábricas, tierra, universidades que son hoy el principal recurso de cualquier país. Digo, si entendemos que la riqueza de un país o un pueblo pasa precisamente por su capital humano, Córdoba con sus universidades, sus centros de investigación y demás está a la vanguardia.
Además, creo que a Córdoba otras provincias la están mirando como ejemplo, con un electorado pensante, y eso me gusta, me gusta el perfil protestatario que tenemos. Córdoba es una provincia a la que no le falta nada, pero el gran desafío que debiéramos volver a poner en agenda es retomar lo que es la región centro para que sirva para contrarrestar el peso de Buenos Aires y esa macrocefalia. Tenemos que trabajar para lograr una mayor federalización de nuestro país.