¿Cuántos de los habitantes que viven en el país tienen familiares que provienen o llegaron en el pasado otros países? ¿Cuántos de quienes hoy residen en el territorio argentino son, efectivamente, extranjeros?
Estos interrogantes, que tienen una respuesta estadística detallada en la investigación periodística que llevó a cabo Redacción Mayo durante todo el mes de agosto, invitan a la reflexión sobre la migración como condición humana.
Con motivo del Día del Inmigrante en Argentina que se conmemoró el viernes 4 de septiembre, esta plataforma digital invitó a los usuarios de redes sociales a contar su historia, por medio de textos o fotografías, que da cuenta de cómo Argentina es fruto de una trama multicultural, aun reconociendo que la convivencia y los procesos de integración entre las distintas comunidades dista de ser armonioso.
En el marco de la acción de concientización sobre los derechos humanos de las personas que se encuentran en situación de movilidad, los relatos que se fueron contando y los datos que se agregaron a las redes sociales de este medio fueron emocionantes.
“Soy descendiente de franceses por vía materna. Había en lo de mi abuela viejas fotos color sepia, de esas que venían pegadas a un cartón. No sé qué se habrán hecho. Son documentos históricos, de gran valor sentimental. Pero se pierden esas cosas con el correr de los años”, comentó María Rosa Giordano.
“Él es Orlando Chiappini, inmigrante italiano, nacido en Génova, radicado en San Juan”, dijo por su parte Juan Carlos Abraham, al enviar por WhatsApp las fotos de sus antepasados. “Nuestro bisabuelo fue herrero y cerrajero, logrando tener la cerrajería más importante de San Juan, actualmente manejada por mi tío Humberto Chiappini”, explicó.
“Mi papá Nino era Siciliano, de Motta D'Affermo vino a Argentina con 5 años, en 1930. Anteriormente, había venido solo mi abuelo Sebastiano, dejando a mi abuela Grazia y al pequeño Nino en espera de ver si lograba conseguir un trabajo digno. Después de 4 años pudo reunir a la familia en Córdoba”, contó por su parte Silvia Ferrigno.
Y así, en los canales sociales de Redacción Mayo se evocaron recuerdos, anécdotas y culturas oriundas de otras latitudes.
Sin dudas, la experiencia de cada persona con la migración es particular, pero el hecho que cada cual pueda reconocerse en relación a esta cuestión posibilita interiorizar una problemática histórica que muchas veces está lejos del sueño de “hacerse la América”.
Del romanticismo a la discriminación
En el marco de la difusión de la investigación sobre Migrantes del Siglo XXI de este medio en las redes sociales, llama la atención los comentarios de quienes acceden al material periodístico, los cuales tienen una importante ambivalencia entre el romanticismo y la discriminación.
Este fenómeno no es nuevo y da cuenta de una de los principales obstáculos que encuentran quienes deciden o necesitan vivir en un país diferente al de su nacimiento: el acceso a los derechos ciudadanos de su lugar de residencia.
Al respecto, resulta ilustrativo que en el post de una misma nota titulada “Argentina y Córdoba: más allá de las estadísticas”, convivan observaciones como “Pero hay extranjeros por todos lados argentina los cría y encima con beneficios” con otras que manifiestan que “Ojalá lleguen más extranjeros, en la historia argentina siempre se destacará a los extranjeros por el trabajo que hacen. La gente se queja por ignorancia, pero el extranjero labura como nadie”.
Decreto y después
El Día del inmigrante en Argentina se celebra el 4 de septiembre de cada año desde que se lo estableció mediante el Decreto Nº 21.430 del año 1949, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón.
La elección de la fecha recuerda la disposición dictada por el Primer Triunvirato en 1812, que ofreció “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.
Aún así, vale señalar que la situación de los inmigrantes en Argentina ha tenido marchas y contramarchas a lo largo de la historia.
De hecho, el principal reclamo actual de las organizaciones que trabajan con personas en situación de movilidad en el país está relacionado con la necesidad de que se derogue el decreto 70/2017 sancionado por el ex presidente Mauricio Macri, que endureció los controles migratorios y aceleró la expulsión de extranjeros con causas judiciales pendientes.
Por otro lado, la pandemia de coronavirus puso sobre la mesa de debate la peor cara de la situación de los migrantes en Argentina. Según datos publicados por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), “más de 80% de las personas migrantes no accedieron al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)”.
Según detalla un informe de Agenda Migrante 2020, “el análisis refleja la suma de quienes quedaron excluidxs por residir en la Argentina desde hace menos de dos años (49%), y quienes lograron inscribirse pero no se lo otorgaron (31%)”.
“El actual contexto de emergencia sanitaria suma nuevas dificultades y obstáculos para el acceso a derechos de la población migrante en nuestro país. Los resultados de la encuesta muestran un cruce entre pobreza y tiempo de residencia. Los recién llegados están entre los más afectados por la crisis al tener menos redes de apoyo y laborales”, denuncia el informe y agrega que “es preciso que, ante la situación de emergencia, el abordaje de las políticas sea integral, y que todas las áreas implicadas trabajen en un mismo sentido hacia la búsqueda de soluciones a las problemáticas que atañen a la población migrante y refugiada presente en la Argentina”.