Federico (32) prefiere mantener el anonimato. Para él, quien produce un meme y quiere ser reconocido como su autor tiene derecho a hacerlo. Pero desde hace un tiempo, dejó de poner su marca de agua en los memes que comparte a través de Memescracia, un perfil que genera y comparte memes con una audiencia de casi cien mil seguidores que, a su vez, comparten y replican el material a sus contactos.
Como para las canciones populares, no hay mayor distinción para un meme que convertirse en anónimo, en propiedad común. Y que esa comunidad se lo apropie del modo en que tenga que suceder: en su contexto, delimitado por sus ideas políticas y su sentido del humor. La conexión que acontece cuando nos encontramos con un meme que nos representa tiene una potencia difícil de figurar, pero que explica el poder viral de estas unidades de significación que irrumpieron en la agenda informativa con un código desestabilizador y contagioso.
-¿Cómo surgió la idea de crear un perfil de memes? ¿Qué fue lo que te impulsó?
-Memescracia no es más que el resultado de lo que hacía en mi cuenta personal, que era hacer memes para mis contactos. Surgió como una broma y quedó. A más gente le empezó a gustar y así se suman seguidores que comparten lo que hacés. Hay momentos en que ves que hay cosas que gustan y eso te motiva a continuar. El interés principal de Memescracia es lo político. Pero no lo político partidario sino lo político como forma organizativa de la sociedad, en su sentido más primario.
-¿Cómo definirías al meme?
-Yo creo que es una metáfora figurada, lo interpreto así. El meme es algo que funciona en un ámbito y que, al trasladarlo en una analogía a otro ámbito, resulta gracioso, reflexivo, simpático. En general, si uno lee un meme en el contexto real no es entendible. Si implicás a la persona que lo va a leer con una imagen de, por dar un ejemplo, el Fan de Wanda, resulta una cosa. Pero cuando vos tomás esa imagen, que implica un llanto desesperado, y lo trasladás a un ámbito personal mediante la frase “yo saliendo de rendir”, resulta otra. Ése es el secreto: que el meme apela a la inteligencia, porque no se explica por sí mismo, requiere que quien lo vea lo relacione a algo que lleva consigo.
-¿Qué poder comunicativo creés que tienen los memes?
El meme es la forma de comunicarse y de enterarse de las noticias que tienen los adolescentes, los jóvenes y los no tan jóvenes. Hoy, es habitual que sea más importante el meme de la noticia que la noticia en sí misma. El meme termina siendo más trascendente que el acontecimiento, y eso es me parece maravilloso porque yo interpreto al meme como algo democrático. Más allá de su informalidad, y de su ajenidad al mundo literario, creo que el meme es maravilloso porque lo puede hacer cualquiera y lo único que requiere es perspicacia.
-¿Cuál es tu formación? ¿Qué herramientas son útiles para hacer buenos memes?
-Yo estudio filosofía. Y veo que el meme se emparenta mucho con la metáfora, la alegoría y las formas de explicar acontecimientos a través del discurso. El meme es discursivo aunque no incluya palabras. También apela a recursos de la historieta y sus viñetas mudas, que conllevan un significado sin el uso de la palabra. A la hora de hacer memes es importante reparar en las particularidades de ciertos segmentos sociales y regionalismos en el uso del idioma, la forma en que la gente usa la lengua en la calle. Y a mí me divierte mucho usar el inglés mezclado con el castellano, sacando al idioma inglés del podio en el que se lo suele poner.
El cine también es algo espectacular para hacer memes. Me ha pasado de encariñarme con imágenes, plantillas y diálogos de películas que ni siquiera vi pero me hicieron reír y reflexionar. Esa es una de las partes más lindas del meme: la posibilidad de apropiarse de todos los géneros y todos los ámbitos, desde el cine y la televisión a la literatura. Una de las páginas de memes que más disfruto es Memes Borgeanos, por ejemplo. Aplicar Borges a temas de la realidad actual, como la ley del etiquetado frontal y hacer un etiquetado borgeano me parece una idea superlativa.
-¿Qué porcentaje del material es producido por vos y qué porcentaje es compartido?
-Memescracia siempre se caracterizó por tener una línea editorial, que aplica tanto a los memes compartidos como a los propios. Por supuesto hay mucho material compartido porque la característica principal del meme es que es algo que adquiere sentido cuando se comparte. En su momento he usado marcas de agua para identificar mi autoría, pero luego vas mutando y te vas dando cuenta que no tiene sentido. A grandes rasgos, diría que en un 75% es material propio y 25% compartido. De ese universo, a veces sabés quién los hizo y otras no; pero todos son memes que te identifican, nadie comparte un meme que no lo identifique, sea el destinatario o el remitente.
-¿Qué límites temáticos o de tono te autoimponés?
-Siempre existe el hate, el odio. Lo más importante es que uno mantenga una línea ética y moral que lo represente y a su vez permita vivir en sociedad. Para mí, el humor no tiene límites, a excepción de que no haga reír. No creo que el mal llamado humor negro esté mal: si es dentro de un contexto apropiado, creo que se puede reír de casi cualquier cosa. Pero el límite al humor aparece cuando ya no hace reír, cuando no hace reflexionar, cuando no tiene picardía ni ingenio. El límite aparece en cada uno, con su propia vara ética.
-¿Has recibido malas devoluciones por algún meme en particular?
-Siempre hay personas que son más papistas que el Papa. Tal vez no se espanten por lo que ven, pero hacen como sí se espantaran. Y eso es parte también. Lo que me propuse es nunca borrar un comentario ni bloquear a nadie, y que cada uno se pueda expresar como quiera. Y lo más maravilloso de eso es que pude empezar a generar memes de las mismas respuestas. La respuesta del hate que confirma el meme es un recurso literario maravilloso. Es espectacular, porque a veces el meme se forma en el comentario y termina siendo mejor eso que el meme.
-¿De quiénes son los memes? ¿Por qué no tienen autor?
-Los memes son para compartir, para que lleguen. Y si bien creo que los memes son de todos, alguien los hizo. Y la persona que quiera ser reconocida por hacer un meme, tiene derecho a serlo. Tal vez no con un copyright pero sí con una mención. En un momento prematuro utilicé marcas de agua y después me di cuenta que era una pérdida de tiempo, y que es más lindo cuando alguien, incluso el que no quiere hacerlo, te reconoce porque no sabe que es tuyo y lo comparte. Te das cuenta de eso cuando ves un meme tuyo, o uno derivado de uno tuyo, que añade un nuevo sentido, y que llegue a ser mejor que el original. Lo mejor de Memescracia es la libertad: entran memes, salen memes, se comparten memes y nadie se lleva el crédito porque es una comunidad.
-Estamos en año electoral ¿Cómo impacta eso en el material que se comparte? ¿Hay que ser más cuidadoso?
-Actualmente no estoy compartiendo tanto como antes, por cierto hastío. Pero sí he participado activamente y ya desde el nombre de la página se hace hincapié en el poder de los memes. Y ese poder se ejerce con la posibilidad de la expresión. Si bien ni yo ni la gente que sigue a la página tuvimos una postura partidaria, sí hubo una apropiación del material por parte de un sector del peronismo-kirchnerismo para enfrentar al movimiento que representa Mauricio Macri. Pero no por ser peronista, kirchneristas o por el espanto, sino para generar esa reacción del macrista promedio que se indigna falsamente de cualquier cosa que provenga del peronismo o kirchnerismo. Muchas veces nos han tildado de ser peronistas o kirchneristas, algo que me causa gracia porque personalmente no adhiero a ninguno de ellos. Pero sí tengo una postura política delimitada y clara sobre lo que no quiero, lo cual me enfrenta a lo que representa Macri. Pero eso hizo que se pueda jugar y que se generen seguidores y detractores casi por igual. Desde el primero al último, los memes que tratamos son políticos: algunos son más coyunturales y otros más profundos, como el amor o la amistad, que tienen su dimensión política también. Si bien nunca hicimos política partidaria, sí tratamos política organizativa argentina y actual.
-¿El meme puede ser una herramienta política?
-El meme es una gran herramienta de comunicación política. Hoy se le llama meme a un recorte de la realidad que está plasmado en una imagen con texto, pero la campaña del “alica, alicate” de Francisco De Narváez también era un meme. Creo que no hay que subestimar al meme en su dimensión política, sobre todo para los jóvenes que no leen los diarios pero les basta con ver un meme que despierte su curiosidad. Eso es algo interesante del meme: cómo conduce al interés por cierta noticia o evento. El meme sirve mucho en política, estés del lado que estés. Mi criterio es que la derecha no sabe crear, entonces participa más de los comentarios que de los memes. Para crear se necesita una parte artesanal y creativa que no lo tiene alguien que se represente dentro de la derecha. Considero que el meme contribuyó al avance de temas como el lenguaje inclusivo o la despenalización del aborto, e influyó muchísimo porque tiene una potencia incluso mayor al medio masivo, en el sentido de que es descentralizado y llega a lugares que los medios tradicionales no. La viralización de los memes sirve para no recurrir solo a la televisión o a la radio para informarse, que muchas veces hacen lo contrario: desinforman. El meme no desinforma. El meme bien hecho, que extrae información para hacer otra cosa, es un manera implícita de informar.