Reina Netflix
Ilustración de Juan Pablo Dellacha.
Indiferentemente del género, la densidad poblacional del lugar de residencia o la edad, el 95% de los argentinos sostiene que mirar películas o series es una práctica habitual o, como mínimo, parte asidua de su umbral de entretenimiento. Es un universo de personas enorme, que se intensifica en los menores de 24 años pero que cruza transversalmente generaciones y niveles de educación.
Cuando se les consultó a los encuestados por Fundación COLSECOR qué plataformas pagas o gratuitas utilizan para ver películas, series, o deportes, el 58% respondió que es Netflix la vía por la cual lo hacen. Entre los jóvenes, la cifra se eleva al 77%. Y casi no se mencionan ninguna de sus competidoras, como Star+, Paramount+, HBO Max o CineAr.
Muy por encima del resto
Según un informe acotado al consumo audiovisual online de Carrier y Asociados, los usuarios de plataformas suelen disponer de 4 servicios de streaming en promedio, tanto gratuitos como pagos. Dentro de estos servicios, están contemplados los OTT tradicionales (Netflix, HBO Max, entre otros), los TVE (Flow, Movistar TV, Telecentro Play, Claro Video, etc.) y YouTube, que en este caso se consideró solo en los casos en que se la utiliza para consumir documentales, películas, series o canales de TV.
EL CONSUMO MUSICAL ARGENTINO Celu y reggaetón
Las mediciones se asemejan a las de la encuesta de la Fundación COLSECOR. Según Carrier y Asociados, el 93% de los usuarios de internet en la Argentina consume contenido audiovisual por streaming, un cambio rotundo en la forma de consumir este tipo de contenido en comparación a diez años atrás. Las plataformas más consumidas según el estudio de Carrier son Netflix (84%), YouTube (73%), Disney+ (42%) y HBO Max (32%). Más atrás aparecen Flow (30%), Amazon Prime Video (29%) y Star+ (28%).
Por qué Netflix
Netflix fue la primera, pero no es la única. La plataforma llegó a la Argentina en el segundo semestre de 2011, con un plan promocional de 39 pesos. Por entonces, el servicio incluía un gran número de títulos de series y películas que la compañía no producía, sino que distribuía. Eso cambiaría pronto. En ese momento, Netflix contaba con algo más de 25 millones de suscriptores en el mundo, de los cuales la mayoría residía en Estados Unidos. Hoy, pese a la pérdida de casi un millón de usuarios reportada el pasado invierno, la plataforma es utilizada por 220,67 millones de personas a nivel global. Así, la N roja se mantiene en la cúspide entre las prestadoras de servicio de streaming audiovisual, con bastante ventaja todavía sobre sus competidoras.
STREAMING Y PODCAST A ritmo distinto
Entre las razones por las cuales Netflix es líder está, en primer lugar, su diseño informático. Netflix no solo fue la primera plataforma, sino que sigue siendo la mejor en términos de funcionalidad y accesibilidad. Es la más ágil y es la que estableció la norma de cómo ¿deben? presentarse los títulos en oferta. Si bien han habido cambios recientes en el diseño visual de la página de inicio, la batea digital de títulos a disposición, con su corrimiento lateral y su casi infinito desarrollo vertical convirtieron a Netflix no solo en un medio para ver series y películas, sino casi en un explorador infinito que se ha ganado con justicia sus memes. Estar en Netflix también es una práctica cultural.
Al mismo tiempo, el algoritmo de seguimiento personalizado desarrollado por la plataforma cumple a la perfección su cometido de avanzar sobre el tiempo de ocio y hasta de sueño de sus usuarios. El encadenamiento de sugerencias y títulos relacionados en base a lo que ya hemos visto es un anzuelo tentador. Pero incluso en eso Netflix ha sido agresivo: sus equipos pueden observar en detalle qué series y películas funcionan mejor, en qué momentos y en qué públicos, y así influir en las decisiones de producción a futuro. Si un título original de la plataforma funciona, muy probablemente no solo se destinen fondos para que continúe en nuevas temporadas, sino que se apueste por contenidos relacionados, con documentales o miniseries dedicadas a aspectos taquilleros del producto madre.
Pese a que la televisión se niega a desaparecer (la reaparición del formato Gran Hermano es toda una señal en ese sentido), las consecuencias del avance de las plataformas de streaming sobre nuestros gustos y formas de contar historias ya están bajo la lupa. Las series canónicas de hace apenas una o dos décadas, como The Wire, The Sopranos o Mad Men, todas ellas realizadas por televisoras pensando en un público que veía un nuevo episodio por semana, intercalándolo con la TV en vivo y otras distracciones, ya parecen de otra era. Las maratones de públicos que devoran temporadas enteras en un par de noches y la ausencia de cortes publicitarios están cambiando la forma en que los programas son pensados y realizados y quizás, como profetizó Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, toda la televisión estará en Internet en diez o veinte años.