Obligado por la inflación, el Banco Central de la República Argentina ya aprobó la emisión del nuevo billete de $2.000 y se espera que antes del invierno esté circulando de mano en mano.
Según destaca la resolución, el diseño se realizó en colaboración con la Casa de la Moneda y es un homenaje al desarrollo de la ciencia en el país. En una faz figura el señero Instituto Nacional de Microbiología Carlos Malbrán mientras que el anverso tiene como protagonistas a los precursores de la medicina Ramón Castillo y Cecilia Grierson.
Cabello recogido en rodete, labios finos, mirada clara, el rostro amable de la primera médica argentina, educadora incansable y luchadora tenaz por la promoción de los derechos de las mujeres, será el ícono del por ahora billete de mayor denominación del país (si bien por descalabros propios de la economía, apenas si supera en valor los 5 dólares “blue”).
La elección de su figura resulta un justo reconocimiento a una historia de vida signada por dramas personales, inconvenientes y trabas sociales de la época que ella tomó como desafíos y superó con determinación mientras forjaba su carácter. Como destaca en este artículo el historiador Felipe Pigna, Grierson es “un símbolo de lucha y de entrega, una mujer que en pleno siglo XIX supo convertir obstáculos en desafíos, y labrarse un destino muy diferente al que la sociedad de entonces le tenía reservado”.
Inquieta, viajada, innovadora, asertiva, ilustrada, Cecilia fue una chica brava que nunca se dio por vencida. En sus 75 años de vida (1859-1934) no sólo se convirtió en la primera mujer que salió de la universidad pública con el título de médica bajo el brazo.
También creó la primera Escuela de enfermeras del país (y consiguió que reconocieran su fundamental aporte y las vistieran con uniforme blanco, con delantal), fue pionera en kinesiología, en obstetricia, editó manuales para difundir las prácticas de primeros auxilios, investigó sobre procedimientos, fue vicepresidenta del Congreso Internacional de Mujeres de Londres y permaneció cinco meses en Europa, visitando clínicas y hospitales, en cursos de perfeccionamiento. Peleó por lugares que estaban negados y llegó a ocupar puestos encumbrados de prestigio público que no dudó en abandonar cuando entendió que ya no había nada que aportar allí. Desde niña entendió que las conquistas estaban para ser ganadas. Y fue por ellas.
Con la falda bien puesta
Nieta de William Grierson, un colono escocés que había llegado a la Argentina en 1825 durante la presidencia de Rivadavia, hija de John Parish y de Jane Duffy (irlandesa), Cecilia pasó su infancia entre Uruguay y Entre Ríos, en las estancias de la familia y el colegio inglés de Buenos Aires donde la mandaron para recibir una buena educación. Tanto en Entre Ríos como en Buenos Aires, colaboraba económicamente con su familia trabajando como institutriz.
A los 13, cuando murió su padre, tuvo que volver a Entre Ríos. Era la mayor de seis hermanos y junto con su madre se puso al frente de los destinos de la estancia y de una pequeña escuela rural que ambas fundaron, donde dio clases con apenas 14 años. Un poco para representar más autoridad, un poco para diferenciarse del alumnado que tenía casi su misma edad, cuentan que se hizo alargar el ruedo de la pollera, así lucía más adulta, aprovechando su casi metro setenta de estatura.
"Creo que nací para ser maestra. Recuerdo algunas escenas desde los 2 años de edad, donde siempre en mis juegos era una maestra”, escribió en una carta. A los 15, ingresó en la Escuela Normal de Señoritas de Buenos Aires, de donde salió como maestra en 1878 y recibió el diploma de manos del expresidente y entonces senador nacional y Director de Escuelas, Domingo F. Sarmiento.
Pero entonces, otro drama cambiaría las coordenadas de su vida. Fue cuando su amiga Amelia Kenig murió de una afección respiratoria y, muy afectada por el desenlace, se decidió a estudiar medicina. Hoy, el 75% de la matrícula de Medicina en la universidad es de mujeres, pero en esa época era algo inaccesible para una chica. Tuvo que mover cielo y tierra para poder ingresar (lo explica la investigadora del Conicet Florencia Labombarda en @tomateloconciencia, mirá acá el video). Lo logró en 1883, con 24 años, y finalizó la carrera en seis años en 1889, pero no fue una estudiante más.
Dejando huella
En esos años, los estudiantes (varones) se quejaban por la falta de práctica en la carrera, por lo que en 1874 un grupo de alumnos, encabezados por José María Ramos Mejía, impulsaron la creación de un centro con consultorios de diversas especialidades, para investigación y difusión científica. “Allí, también empezó a desarrollarse la primera Escuela de Enfermeras de América Latina con un plan de estudios formal, y su creadora fue la estudiante de medicina Cecilia Grierson, quien dirigió la institución hasta 1913”, destaca la biografía de la electrónica Scielo.
Por esos años, Grierson accedió a una ayudantía en la cátedra de Histología. Y lo hizo por mérito propio, y por su determinación. “Como el Sr. LLovet renuncia a su cargo de preparador de Histología Patológica, solicito se me nombre en su reemplazo. Todo el año me he dedicado a esa práctica y soy considerada una de las mejores alumnas en la materia", escribió en una nota elevada a la Facultad de Medicina. No pudieron decirle que no.
Grierson hizo su tesis de grado como médica cirujana sobre “Histero-ovariotomías efectuada en el Hospital de Mujeres desde 1883 a 1886”, donde dio cuenta de la notable modificación pasajera del carácter que presentaban las mujeres sometidas a cirugías de útero y de ovarios, pero no pudo ejercer la cirugía, justamente, por su condición de mujer, por lo que se dedicó a la ginecología y la obstetricia. En ese campo desarrolló una intensa labor docente en todos los niveles y fue pionera también en múltiples saberes, como kinesiología, primeros auxilios, fonoaudiología y educación especial para ciegos, sordomudos y minusválidos. El portal Científicas de Acá destaca más hitos en el mismo sentido. Grierson dictó cursos y conferencias, formó gente, impulsó la apertura de salas de atención en pueblos y ciudades, editó libros y manuales para difundir el conocimiento, y procuró siempre formas asociativas para el conocimiento y la institucionalidad, sin perder de vista el lugar que las mujeres tenían derecho a ocupar.
Feminista y sufragista
Cecilia Grierson fue fundadora de la Asociación Médica Argentina (1891); también creó la Asociación de Primeros Auxilios que luego se incorporaría a la Cruz Roja (1892). Con todo su bagaje, en 1894 rindió concurso en la cátedra de Obstetricia para Parteras, pero no tuvo éxito. "Fue únicamente a causa de mi condición de mujer (según refirieron oyentes de los miembros de la mesa examinadora) que el jurado dio en este concurso de competencia por examen, un extraño y único fallo: no conceder la cátedra ni a mí ni a mi competidor, un distinguido colega", describió.
Con el comienzo del nuevo siglo, afiló su perfil feminista y sufragista, fue afin al movimiento que reivindicaba el derecho a votar. Presidió el Congreso Argentino de Mujeres Universitarias y el Primer Congreso Feminista Internacional de la República Argentina, instancias en las que se analizaba la discriminación de las mujeres en el ámbito educativo, político y social. “Las mujeres casadas tienen el estatus de niños en la Argentina", concluyó, luego de un pormenorizado estudio del Código Civil.
Renunció a la dirección de la Escuela de Enfermería en 1913 y en 1916 dejó toda actividad docente. Años después, cruzó otra vez el océano en una misión oficial para analizar cambios, avances y enmiendas. La reforma de 1926 del Código Civil incorpora para las mujeres la “posibilidad de disponer de sus propias ganancias, formar parte de sociedades civiles o mercantiles”.
Ella nunca tuvo hijos pero se ocupó siempre de los niños. Donó una propiedad para construir una escuela (que lleva su nombre) en la localidad de Los Cocos, en las sierras de Córdoba, donde vivió sus últimos años y donde todavía está “El Espinillo”, su casa de vacaciones. Iba entre octubre y abril, y se ocupaba personalmente de que los chicos tuvieran siempre sus útiles y sus elementos de higiene.
De su paso por las sierras cordobesas, además de la escuela y de sus enseñanzas, quedó el auto Oakland modelo '29, de siete asientos, con el que salía a pasear por las sierras y que se afectaba también como inusual ambulancia. Donado por sus sobrinos, se lo puede ver, impecable, en el Museo de Motos y Bicicletas de La Cumbre.
Cecilia Grierson murió en Buenos Aires el 10 de abril de 1934. Sus restos yacen en el Cementerio Británico.
Además del nuevo billete, su rostro ilustró una estampilla en 1967 y su nombre bautiza algunas calles del país, el puente giratorio de Puerto Madero y, recientemente también, la ARVAC Cecilia Grierson, la primera vacuna contra el coronavirus fabricada en Argentina.