Promesas de rebelión en la red
Ilustración Juan Pablo Dellacha
Entre quienes advierten posibles peligros de la Web3 están aquellos que temen que la próxima red sea una distopía donde todo pueda ser comprado o vendido y no exista manera de que las relaciones entre usuarios puedan escapar de la lógica mercantilista.
Esta visión se basa en la promesa de que cada acción de la Web3 quede tokenizada y que, por consiguiente, tenga un valor cambiable. Por un lado, en esta característica se funda la idea de que cada usuario pueda hacer usufructo de su actividad en la red en lugar de que lo hagan las corporaciones. Pero por otro, ello podría llevar a la fundación de una red organizada a partir del interés comercial de cada usuario, llena de especulaciones y alejada de la verdad que sus defensores agitan y promueven.
Ganar jugando
Los impulsores de la Web3 esperan que en ella los usuarios sean recompensados con tokens criptográficos por su actividad en la red. Esto significa que ya no serían necesarias aplicaciones específicas para intentar monetizar la generación de contenidos o la performance en el gaming (como puede ser la popular Cafecito, creada por un argentino). En su lugar, los usuarios recibirían valores tokenizados que podrían usar para el consumo dentro de la red, el acopio o hacerlos cambiables por dinero real. Es la hipótesis de una nueva economía digital sin intermediarios.
A eso se refiere Packy McCormick, un inversionista que ayudó a popularizar la Web3, cuando la define como una internet que es propiedad de los desarrolladores y los usuarios, coordinada con tókens. Un red que adoptará muchas formas, con redes sociales descentralizadas, videojuegos play to earn (jugar para obtener beneficios) y plataformas NFT donde comprar y vender fragmentos de cultura digital. Los usuarios podrían monetizar sus propios datos, obtener propinas en criptomonedas por publicar contenido interesante y ser recompensado (hasta poder ganarse la vida con ello) al jugar a un videojuego como Axie Infinity o al compartir su conexión a internet, como ya sucede con Helium.
En Filipinas y Venezuela ya se reportan varios miles de personas cuya principal ocupación es jugar a Axie Infinity, un videojuego desarrollado por el estudio vietnamita Sky Mavis. En él, los usuarios empiezan con 3 NFT con forma de pequeños seres que recuerdan a Pokemon (los Axies) que usan para pelear contra otros jugadores, ganando SLP y AXS como recompensa. En el juego, se puede comerciar con la cuenta y con otra infinidad de elementos (se puede becar a jugadores, o agruparlos en academias) para ser recompensando con criptoactivos basados en Ethereum y SLP (Smooth Love Potion). El pasado 16 de mayo, el número de comerciantes en el mercado de Axie aumentó un 2,3 % y generó un volumen de transacciones de más de $1.09 millones. Sin embargo, la alta volatilidad en el valor de las criptomonedas hace que los colapsos en las economías de los jugadores sean difíciles de abruptos y difíciles de prever, como ocurrió en noviembre pasado, cuando las ganancias de pronto estaban por debajo de la línea de pobreza. Mecenas digitales
Experiencias como DeSo muestran que esa dinámica podría llevarse a las redes sociales. DeSo tiene la forma de una fundación sin fines de lucro, y fue creada por el desarrollador estadounidense Nader Al-Naji. Tiene su propia cadena de bloques y su propia criptomoneda y trabaja con la idea de que cuentas y datos de los usuarios deberían estar interconectados sin mediaciones de las big tech y que ellos deberían poder obtener beneficios económicos de eso. La tesis detrás de DeSo es que si puedes mezclar dinero y redes sociales, puedes crear nuevas formas para que los creadores moneticen, dice Al-Naji. "En lugar de que los creadores moneticen con anuncios, pueden monetizar con monedas DeSo".
Eso significa que la criptomoneda de DeSo puede usarse para dar propina a otros usuarios por sus publicaciones, reemplazando los "me gusta" con dinero real o tokens cambiables. Estos tokens también pueden almacenar los datos que componen una red social, como el texto de las publicaciones. Esta doble función ilustra la rareza inspirada que es Web3: Si el dinero puede convertirse en código, entonces el dinero puede ser mucho más que un medio de intercambio; también puede hacer cualquier cosa que otro software pueda hacer, como escribió Christoper Mims en Wall Street Journal. Esta idea central, una especie de equivalencia E = mc² entre dinero y software, es la razón por la cual los verdaderos creyentes en Web3 piensan que podría tener un impacto tan grande.
Unidades de valor humanizadas
Sin embargo, todo indica que para que eso ocurra a nivel masivo falta tiempo y desarrollo. Si es que ocurre. Algunos, como el escritor de ciencia ficción especulativa Robin Sloan, señalan que los impulsores y desarrolladores de Ethereum saben mucho de billeteras digitales, pero nada sobre usuarios y que la Web3 es solo un set de ideas que intentan influir en la dirección de internet, pero de forma incompleta e impredecible. Para Sloan, los impulsores de la Web3 logran sus cometidos no convertirán a la red en algo verdaderamente democrático sino que sus ideas de gobernanza llevarán a corromper las diversas personalidades en un universo de billeteras digitales.
Otros, como el programador Stephen Diehl, simplemente dicen que la Web3 es basura y que significará la hiperinflación de toda la existencia humana. Lo hace pensando en, por ejemplo, el elogio que los impulsores de la Web3 hacen de los esquemas Ponzi. En una publicación del blog Dror Poleg se pueden leer: ¿Qué pasaría si hubiera una manera de pagar a millones de personas para que vean un video específico en un momento específico para garantizar que el video se vuelva viral y genere suficiente dinero para cubrir el costo de pagar a todas estas personas, y más? En el viejo mundo, esto sería demasiado complicado. Solo obtener los datos bancarios de todos llevaría una eternidad. Pero en nuestro mundo, es posible. Se tarda unos cinco minutos en configurar un contrato inteligente que envía tokens a un número ilimitado de personas. El contrato se puede programar para pagar a estas personas automáticamente una vez que completen una determinada acción en línea, y para pagarles nuevamente cuando sus acciones rindan frutos y aumenten el valor de una canción/producto/acción/cualquier cosa. ¿Serán estos esquemas piramidales, que hoy se ensayan a través de bots e inteligencias artificiales, el método de marketing dominante de la próxima década y más allá?