Ilustración de Juan Pablo Dellacha.
En 2008, cuando apareció en Buenos Aires la copia más completa que existe sobre Metrópolis, de Fritz Lang, muchos reparamos en la encrucijada que planteaba la creciente digitalización de la cultura popular. El traspaso de formato no era inocente, sino que a las modificaciones en la calidad de lo que se reproduce y se ve también se colaba un posible y amenazante olvido: la canonización digital, que promete contenerlo todo, es capaz de condenar al basurero de la historia a muchas piezas cruciales del arte moderno.
La persona que estuvo detrás de ese descubrimiento de trascendencia global fue el coleccionista, historiador y divulgador del cine Fernando Martín Peña. El conductor del tradicional ciclo Filmoteca (TV Pública) identificó la copia y las diferencias que tenía con la que, por años, se proyectó como la versión definitiva de Lang. Pero que no era tal: la falta de conservación de la película que el director alemán manipuló y presentó como su obra acabada se perdió en los recovecos de la historia, sin saberse que en Argentina había una copia que escapó a la censura y la desidia.
Un aspecto subliminal aparecía: ¿cómo era posible que un material como el fílmico pudiera sobrevivir por tantos años y, a la vez, ser capaz de soportar cortes y restauraciones para brindar un espectáculo como Metrópolis otra vez?
Existen varias razones por las cuales las películas se conservan mejor en formatos fílmicos. El material es mucho más resistente que el de los archivos digitales, pese a lo que en general se cree. Las cintas de película pueden durar más de 100 años si se conservan en las condiciones adecuadas. El 35mm, el formato canónico del cine, tiene una resolución mucho mayor que la mayoría de los formatos digitales, y por tanto una calidad de imagen superior, que soporta varios traspasos de formato y generación. Esto significa que las películas en 35mm pueden mostrar detalles mucho más finos y colores más ricos que los archivos digitales. Otro aspecto poco considerado es que el fílmico no requiere electricidad: a diferencia de los archivos digitales, las películas en formato fílmico no requieren electricidad para ser almacenadas o proyectadas ya que, en definitiva, los proyectores son mecánicos.
CULTURAS El regreso de las cosas
Trabajar por el pasado, para el futuro
A nivel internacional, existen varias organizaciones y programas que trabajan en la preservación de películas en formato fílmico, como la Film Foundation, fundada por el director Martin Scorsese, o la International Federation of Film Archives (FIAF).
En Argentina, la entidad encargada de la conservación y restauración de películas es la Cinemateca Argentina, fundada en 1958 y que cuenta con una importante colección de películas en formato fílmico. También existen otros programas y proyectos como el Archivo Audiovisual de la Ciudad de Buenos Aires, que trabaja en la preservación de materiales audiovisuales relacionados con la ciudad y su historia.
La Cinemateca Nacional tiene como objetivo preservar el patrimonio audiovisual del país, restaurar películas y fomentar la difusión del cine y su historia. Sin embargo, es habitualmente criticada (entre otros, por el propio Martín Peña) por la falta de apoyo y recursos destinados a la Cinemateca.
La falta de apoyo a la conservación y restauración del material fílmico implica que el patrimonio cultural y artístico del país se encuentra en peligro y limita el acceso del público a obras importantes del cine argentino y mundial que podrían ser restauradas y exhibidas en su formato original. Además de afectar negativamente la investigación y la enseñanza en el campo del cine y la cultura audiovisual.
Todo lo perdido y lo que queda ganar
Según un artículo publicado en Clarín, la cantidad de películas argentinas desaparecidas se estima en 60%, una cifra alarmante que pone en riesgo la memoria y la identidad de nuestro país. La mayoría de estas películas se perdió por la falta de cuidado y conservación adecuados.
Para muchos especialistas, la solución a este problema pasa por la preservación de las películas en formato fílmico, ya que este medio es el más duradero y resistente al paso del tiempo. Como señala el cineasta y restaurador Jorge Goldenberg, "las copias en celuloide son las únicas que pueden durar más de 100 años con un mínimo cuidado y bajo ciertas condiciones ambientales controladas".
Sin embargo, la falta de apoyo y recursos para la conservación en fílmico es una de las principales barreras que enfrenta la preservación del patrimonio audiovisual argentino. Como explica la periodista Luciana Peker en un artículo en Página/12, la creación de una cinemateca nacional que se encargue de la preservación y restauración del patrimonio audiovisual argentino es una de las demandas históricas de la comunidad cinematográfica, pero aún no ha sido concretada.
En este contexto, algunos especialistas han destacado la importancia de la colaboración entre instituciones públicas y privadas para avanzar en la conservación del patrimonio audiovisual. Como señala la directora del Archivo General de la Nación, Emilia Ferreiro, "es necesario un trabajo conjunto y coordinado entre todas las entidades públicas y privadas que custodian material audiovisual, así como el compromiso y la participación de la sociedad en su conjunto".
En una entrevista con el diario Clarín, Martín Peña expresó su preocupación por la falta de una cinemateca nacional que preserve y difunda el patrimonio audiovisual del país. Además, en un artículo publicado en el sitio web Cineismo, Martín Peña señaló que la falta de políticas públicas en la materia se debe en gran parte a la falta de interés y visión a largo plazo por parte de los gobiernos.