En abril de 1982, yo era una chica de 15 años que tenía un hermano grande de 19 que recién terminaba de hacer la “colimba'', el famoso corre-limpia-barre que resumía las tareas básicas de los soldados en el Servicio Militar Obligatorio. Mi hermano Ricardo, clase '62, había transcurrido un largo año en el Sur, en el Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia, experiencia de la que conserva recuerdos y amigos de fierro, pero que la familia chica vivió casi como un destierro. Tan lejos, tan frío, tan inhóspito, tan todo nos parecía ese destino que le había tocado, que no podíamos menos que pensarlo con cierta pena cada vez que le mandábamos una encomienda.
Cuando se produjo el desembarco en Malvinas, él llevaba apenas un mes durmiendo otra vez en su cama, soñando con empezar por fin la facultad. La guerra entró a mi casa dos días después. La trajo el cartero, que tocó el timbre y nos dio en mano el telegrama del Ejército que citaba al soldado clase 62 -mi hermano- a presentarse nuevamente en el campamento, bajo la pena de ser declarado desertor.
Aquella escena familiar, un flash del desasosiego, recobró nuevos sentidos en la platea del Teatro Real, donde la Comedia Cordobesa estrenó el 2 de abril Malvinas, 74 días / 1982, el poema escénico, con texto de Soledad González y dirección de Cristina Gómez Comini, con que el elenco oficial le rinde homenaje a los ex combatientes (hay dos funciones este fin de semana).
A 40 años de la guerra, el teatro pone su lenguaje y su sensibilidad al servicio de la memoria en esta obra inspirada libremente en los sucesos ocurridos durante esos 74 días en el Sur que se nutre de las visiones de excombatientes de Argentina y de Inglaterra, y ofrece un recorte, muchos momentos, una mirada de las tantas todavía pendientes.
Como en una coreografía, los 16 actores y actrices se reparten el aire, el fuego, la tierra y el agua. Están la Junta Militar que quiere salvarse inyectando patria, la avidez de la primera ministra inglesa, el viento que cuenta cosas cuando sopla y los soldados dando sus batallas con lo que pueden. Los textos son postales que cobran cuerpo en escena, pero también hay espacio, poesía y movimiento para aquello nunca dicho que sigue dando vueltas.
Teatro de operaciones
En la obra de la Comedia Cordobesa, la actriz Rocío Oyarzun es la niña con delantal blanco que le escribió una carta a su querido hermano (ALERTA DE SPOILER para mayores de 40). No creí recordar tan fiel esa cantinela hasta que la entoné yo también, con un nudo en la garganta, sentada en la butaca.
Y me acordé de mi mamá, que en vez de contarme que “él es un buen soldado que cuida las fronteras de la patria”, terminó de leer el telegrama y se encerró en su cuarto a llorar para salir varias horas después, indignada, aterrada, diciendo que era una locura que mandaran a la guerra a un pibe de 19 años. Lo trató de “mocoso” y hasta le dijo que cuando estuviera durmiendo iba a entrar a romperle las piernas para impedir que se fuera. Mi hermano no tenía muchas opciones y veía que si ya habían llamado a los demás, él también tenía que ir. Viajó al día siguiente al Sur, donde fue asignado a cubrir objetivos militares hasta que terminó la guerra.
Me quedó pendiente una charla adulta con ella sobre aquella tarde, pero pude entenderla hasta el pánico cuando mis hijos pasaron por la edad de la colimba. En cuanto a mi hermano... volvió igual. Volvió distinto. Volvió, lo más importante. Dijo muy poco cuando llegó. Tal vez por esta nota que se parece a una carta sepa de mi profundo amor y admiración por él y por ese chico que fue a los 19 años.
Luego de siete años, también se repuso en el Teatro Real “El prado del ganso verde”, de Eugenia Cabral, con dirección de Giovanni Quiroga. Narra el encuentro de dos Pérez, un sargento y un soldado, en la trinchera de la batalla de Goose Green. La intimidad de la sala Azucena Carmona potencia la puesta donde Federico Franco y Fernando Castello encarnan la desolación, la incertidumbre y la falta de noticias en el campo de fuego, con los pies congelados del sargento y las ganas del soldado, si se salva, de volver a casa para estudiar en la universidad.
Y fue sentir otra vez, en un ejercicio de memoria, que cuando el teatro toma la palabra puede ser esa voz que habla por nosotros.
PARA VER
Malvinas, 74 días / 1982
Sábado 23 de abril a las 21, y domingo 24 a las 20.
San Jerónimo 66, Sala Carlos Giménez, Teatro Real.
Comedia Cordobesa, con libro de Soledad González y dirección de Cristina Gómez Comini.
Entradas, desde $500, en boletería y aquí.