Aprender por fuera de la academia: el boom de la educación on line
Ilustración Juan Pablo Dellacha
Uno de los grandes bancos europeos promueve sus becas para cursos on line advirtiendo que, de acuerdo con el informe The Future of Jobs Report del Foro Económico Mundial, la proporción de habilidades básicas que cambiarán en los próximos años es drástica. Solo el 60% de lo que sabes hacer a día de hoy te seguirá sirviendo para el desempeño de tus funciones en 2027, dice en su web, antes de enumerar lo que la compañía busca para impulsar la empleabilidad: el aprendizaje continuo, el reciclaje profesional y la capacitación adicional.
En la intersección de estas tres claves se ha fortalecido el crecimiento sostenido del aprendizaje virtual o E-learning. Bajo este concepto se engloban todas las actividades formativas que se dan exclusivamente a través de un dispositivo conectado a la red, y que implica una metodología de aprendizaje donde se utilizan diferentes formatos, desde videos, teleconferencias, diapositivas y textos hasta aplicaciones o plataformas online que contienen la información gamificada, es decir, en las que se aprende jugando.
Durante lo más álgido de la pandemia, el tamaño del mercado educativo on line creció precipitadamente. Según el Centro de formación profesional de España (CEAC), las matriculaciones en formaciones a distancia aumentaron un 30% del 2019 al 2020 y llegó a valer 8.400 millones a nivel mundial, según el informe de MarketsandMarkets de 2021. A mediados de 2020, plataformas como Crehana y Udemy reportaron alzas del 179% y 425% respectivamente, en Latinoamérica. Para Global Market Insights, el volumen del mercado de la formación online crecerá más del 21% hasta 2027 y lo hará, sobre todo, en Latinoamérica, donde un informe de Ambient Insight augura que el crecimiento del 15% anual continúe.
Se espera que la penetración de internet en todo el mundo (en especial en países como India), la reducción de costos de mantenimiento de infraestructuras y una creciente demanda del micro-aprendizaje sigan dando impulso a una forma de obtener habilidades y acreditaciones laborales a la que muchas personas comenzaron a habituarse durante los largos meses de confinamiento.
Todo, todo el tiempo
El espectro es amplísimo y las temáticas inabarcables. En un mundo que demanda múltiples especializaciones y permanente adaptabilidad, y que deposita todas las exigencias en el trabajador como si de un eterno aspirante se tratara, el aprendizaje virtual aparece como una llave de acceso rápida a distintas áreas de la capacitación. Las plataformas que prestan estos servicios comenzaron con formas estandarizadas y rígidas, orientadas a enseñar presupuestos básicos en todo lo concerniente al desarrollo semi profesional en la web, a formatos flexibles donde la configuración se adecúa incluso a las necesidades de cada individuo.
La era de las exposiciones motivacionales o inspiradoras como las Charlas TED, o los cursos multitudinarios de plataformas como la inglesa FutureLearn, la india Byju's o la china Yuanfudao (que engordaron su matrícula tentando a sus estudiantes con clases gratuitas) parece haber terminado. Hoy la enseñanza on line se escindió, en parte, de los ámbitos tradicionales. Desarrolló sus propias metodologías pedagógicas, se restringió y apunta a complementarse con la formación académica clásica, creando híbridos que mantengan a los estudiantes con ganas de seguir incorporando conocimiento y habilidades.
A la numerosa oferta de plataformas nativas de la web, como Udemy, Coursera, Lynda, Skillshare, Udacity y tantas otras que brindan servicios a millones de personas y que se han capitalizado ya desde Silicon Valley, se añadieron en el último tiempo reconocidas universidades como Stanford y Harvard, que enseñan en línea ciencia computacional, ingeniería, matemáticas, arte y desarrollo humano entre otras asignaturas. A la vez, existen plataformas especializadas en algunas áreas del saber, como Skillshare para industrias creativas (animación, fotografía), y otras más generalistas, con ofertas en casi todos los campos, como Domestika o Acámica. En todos los casos se comparte la flexibilidad de agenda, el dictado en diversos idiomas y la necesidad del compromiso individual de cada estudiante con su propia disciplina de aprendizaje.
La educación debe transformarse y alinearse con la constante evolución, afirmó Diego Olcese, CEO de Ubits, a la prensa mexicana. Casi la mitad de los empleadores alertan de una falta de competencias en su sector y consideran que la educación y la formación de los solicitantes tiene una brecha importante de desactualización y falta de nuevas habilidades, afirma el directivo de la compañía que brinda cursos de desarrollo profesional en empresas.
Sé tu propio maestro
Más allá de los obstáculos técnicos (la falta de una buena conexión, o de herramientas digitales actualizadas para un buen seguimiento), los problemas del e-learning se parecen bastante a los de la educación tradicional. Para la profesional del Marketing y la comunicación Genoveva Purita, el gran desafío de los modelos de educación virtual es hacer que los estudiantes se sientan acompañados y evitar que abandonen las clases. En un foro realizado en Perú, la profesora de OBS Business School afirmó que el crecimiento del e-learning en América Latina llegará a los US$ 3 mil millones de facturación en 2023, alimentado por la competitividad corporativa: en la empresa donde trabaja Purita, las inscripciones se dispararon hasta obtener más de 30 mil alumnos de 80 países (el 75% de ellos ya son directivos en sus respectivas empresas).
Otros profesionales del campo como Kato Asato, director regional y fundador de la sede e-learning de la Escuela Superior de Creativos Publicitarios, remarcan que la enseñanza virtual no se reduce a tener una plataforma en internet" sino que implica "una arquitectura de un sistema educativo que utiliza multiplataformas digitales para alumnos con comportamientos distintos al alumno presencial". Debajo de los dos modelos predominantes, el de formación sincrónica (en vivo) y el modelo asincrónico (on demand), se extiende un largo muestrario de híbridos que tratan de mantener activo e interesado al alumno.
En la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), por ejemplo, el Posgrado en Educación y Nuevas Tecnologías incluye sesiones de trabajo semanales con actividades que cada alumno desarrolla a su tiempo. En otros, como los dictados en el marco de los Programas Públicos del Museo Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, el modelo sincrónico se combina con textos y materiales que los alumnos deben buscar por sí mismos, alentando al compromiso de un público diverso al que no se le solicitan conocimientos previos para, por ejemplo, indagar en el arte argentino contemporáneo.
Además, es necesario que el alumno virtual desarrolle habilidades como la autogestión, el compromiso, la organización de los tiempos, la selección crítica de la información y la capacidad para expresarse o comunicarse. Incluso ser permeable al multitasking: hacer posible estar en una clase en vivo al tiempo que consulta terminología en línea o participa en un chat grupal.
La necesidad de una capacitación permanente y la carencia de tiempos parece conducir inexorablemente a estos nuevos formatos de aprendizaje, que están repensando la educación desde la especialización y el conocimiento multidisciplinario. Las empresas han comenzado a confiar en la educación digital para mejorar las habilidades de sus trabajadores, según Juan José Prieto Gutiérrez, Profesor en la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense de Madrid. La introducción de cursos de eficiencia tecnológica centrados en especialidades como la programación interactiva en Python para data science, la inteligencia artificial o machine learning han complementado el crecimiento del mercado para varios proveedores de educación digital. Google, por ejemplo, acaba de presentar la posibilidad de emitir certificados de carrera universitaria equivalente a un título de cuatro años completados en solo seis meses.