“Estamos a la deriva”
Adrián Cena nunca fue un funcionario más. Lejos de aparecer como un burócrata de escritorio, afecto a hablar en tono adusto, con palabras difíciles y siempre de traje y corbata, eligió un modo de ser y mostrarse que supuso todo un contraste.
Durante la gestión de Ramón Mestre hijo como intendente de la ciudad de Córdoba (2011-2019), Cena llegó a ocupar el cargo de director de Capacitación de Transporte y Tránsito y Responsable de Movilidad Sustentable. Lo hizo luego de años de trabajar desde el área de la sociedad civil, como representante de organizaciones que proponían la utilización masiva de la bicicleta como un modo revolucionario de repensar el uso del espacio público en cuanto a la movilidad. Años en los que Cena llegaba a la Municipalidad de Córdoba como un vecino más, cargando una pila de papeles en los que estaban impresos ideas de todo tipo.
Cuando el intendente Mestre le propuso dejar de golpear puertas de despachos para sentarse directamente en uno, Cena aceptó gustoso, aunque puso como condición tácita intentar sembrar desde el ejemplo.
Fue entonces que los cordobeses comenzaron a acostumbrarse, primero desde el asombro y luego a fuerza de repetición, a ver cómo Cena se trasladaba a su lugar de trabajo en bicicleta, con casco. Y luego, cómo iba en su bici a ver alguna obra o a dialogar con los periodistas.
Hoy, alejado de la función pública tras el cambio de signo político en el gobierno de la Municipalidad de Córdoba, Cena continúa militando por los tres lemas que resumen sus principios: Educación Vial + Seguridad Vial + Movilidad Sustentable.
MOVILIDAD Bolsillo y transporte
Tras leer de manera minuciosa la encuesta realizada por Fundación COLSECOR en cuanto a la movilidad de los argentinos, Cena se animó a analizar: El Estudio 2022-2023 resultó muy interesante, el tamaño de la muestra es bueno y sus datos están muy bien expuestos para una primera lectura. Muchos de los parámetros censados pueden contrastarse con facilidad con trabajos anteriores como Encuesta origen-destino de 1999, Planes de Movilidad, y de ese ejercicio surgirán evidencias del rumbo errático en materia de movilidad en el ámbito nacional, provincial y local: navegamos a la deriva.
¿A qué se refiere con esta apreciación de que estamos a la deriva? En movilidad no existe la duda filosofal 'el huevo o la gallina', somos los usuarios los que por una suma de estímulos externos decidimos día a día cómo movernos dentro de lo que hay a mano. Los Estados vienen a la zaga aportando infraestructuras y cambiando sus estrategias de administración del espacio público y la vía pública para luego coronarse o pincharse una cucarda o escarapela de Ciudad Inteligente, Ciudad 2.0, Comunidad Sustentable. Poco de eso es real y solo se trata de una mirada positivista a una realidad tremenda, nos movemos como podemos dentro de un espacio tiempo-público generalmente adverso, violento e inaccesible.
Para Cena, es necesario repensar la cuestión individual en una clave de sistema: Moverme en bicicleta o caminando no me define como buen ciudadano o ciudadano consciente, soy solo eso, un ciudadano a pie o en bici. Queda dentro de mi conciencia a modo de refugio la cosa moral de sentirme libre y decir ´me muevo así porque me da libertad´, pero como concepto es flaco de contenido o trascendencia.
En ese punto, el especialista hizo hincapié en cómo hay que integrar al usuario en una dinámica de movilidad sustentable, algo que hoy no sucede y se aprecia en los resultados de la encuesta: Los usuarios no perciben en general estímulos externos para la toma de sus decisiones, no hay una paleta de opciones clara y es frecuente observar que se elige u opta sin muchas alternativas, se utiliza lo que hay. Desde el Estado no se induce demanda construyendo y administrando la vía pública de modo diferente y seguimos víctimas de la llamada 'tiranía del automóvil', frase que quisiera dejar de usar pero cuya vigencia persiste a pesar de los pesares.
¿Sustentabilidad o economía?
Para Cena, que hoy se advierta un mayor uso de la bicicleta como modo de transporte diario (por fuera de la recreación) o de las caminatas, lejos de responder a una lógica sustentable se explica por la crisis de bolsillo: La pospandemia sumada a la crisis derivada de una notable y persistente pérdida de poder adquisitivo del salario -producto de la erosión inflacionaria- inciden en la pérdida de usuarios del Transporte Urbano de Pasajeros y los demás sistemas masivos, dejando a muchas personas a merced de sus propias energías musculares para migrar hacia la caminata o la bicicleta. Esto puede tener consecuencias buenas para su salud pero no lo hará si llegan a los mismos trabajos para obtener los mismos salarios. Nada cambiará en nuestras sociedades si mañana todos salimos de casa caminando o en bicicleta rumbo a nuestros puestos o trincheras en oficinas, bancos, despachos de reparticiones y talleres. Los cambios en las sociedades van de la mano de otras cosas, no del modo de transporte que usemos.
Una mirada que reafirma la anterior observación es la de las desigualdades sociales evidenciadas en el Estudio, en efecto aquí como en casi todas las aristas de la vida social que analicemos, las mujeres, los pobres y los menos instruidos son quienes tienen menos opciones y quedan condenados a usar lo que hay, que frecuentemente son sus piernas para movilizarse. La valoración de accesibilidad es importantísima y también constituye una novedad respecto de encuestas y trabajos anteriores, claro está que accesible no es solo aquello que tiene rampas sino aquello que se puede pagar, insistió el exfuncionario de la Municipalidad de Córdoba.