“Es tan importante la información que nos proveen los censos que, a pesar de comprometer una cantidad enorme de recursos -materiales, económicos, humanos, entre otros-, todos los países del mundo hacen el esfuerzo para realizarlo cada 10 años, a través de las oficinas nacionales de estadística”, destaca Eleonora Rojas Cabrera, doctora en Demografía e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad.
La especialista, también integrante del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), remarca la cantidad de datos que se puede recopilar a través de este procedimiento y su importancia para planificar políticas públicas sobre vivienda, salud o educación “teniendo en cuenta la realidad de cada contexto geográfico en particular”.
-¿Qué indicadores muestran con más claridad las necesidades habitacionales de la población?
-El cuestionario censal contempla varias preguntas cuya respuesta puede indicar la presencia de necesidades habitacionales por parte de un hogar y que van incluso más allá del tipo de vivienda. Las preguntas relativas al material predominante de los pisos y de los techos, al lugar de procedencia del agua para beber y cocinar, a la tenencia de baño y a sus principales características, al combustible utilizado principalmente para cocinar, a la forma en que se accede a la vivienda -ya sea porque es propia, es prestada o se paga un alquiler- y al acceso a tecnologías como Internet, buscan ofrecer un panorama respecto de estas necesidades y en qué medida son satisfechas. ¡Ni hablar de la utilidad cuando los datos se vuelcan en un mapa!
Una pregunta muy especial entre estas preguntas tiene que ver con la cantidad de ambientes o habitaciones que tiene disponible el hogar en total y para dormir. Esta información nos permite conocer el nivel de hacimiento de la población, una de las principales medidas para tomar decisiones en materia de vivienda. El censo también indaga sobre la gente que vive en situación de calle, la población más postergada en relación con las necesidades habitacionales en la medida en que no tiene cubierta ninguna.
-¿Cómo evaluás la situación actual de las políticas habitacionales y de vivienda en Argentina?
-Como estudiosa de la población, considero que el Estado en sus tres niveles ha realizado grandes esfuerzos para satisfacer, en alguna medida, las necesidades habitacionales y de viviendas de la población mediante la ejecución de políticas y programas concretos en las últimas décadas. Un ejemplo que se viene muy rápidamente a la mente se asocia al programa “Mi casa, mi vida”, vigente entre 2003 y 2008, que mejoró sustancialmente el hábitat y las condiciones de vida de un número importante de familias de Córdoba en situación de pobreza extrema. Más allá de las críticas que podamos hacer o no al programa, creo que tuvo un saldo positivo al mejorar las condiciones materiales de la población que residía en villas miseria en ese momento. No logró erradicar las villas completamente, pero colaboró bastante con este objetivo. En otro orden, las líneas de créditos ProCreAr y otros créditos hipotecarios que le siguieron también favorecieron el acceso a la vivienda propia por parte de otros sectores de la población que, sin ser considerados pobres, contaban con ingresos que no les permitían, por sí mismos, salir del alquiler o de la casa de los padres o abuelos. Otro logro que vale la pena destacar tiene que ver con los créditos puestos a disposición de los ciudadanos para refacción y mejoras habitacionales.
-¿Qué impacto puede llegar a tener la crisis actual?
-Todos esos avances en el derecho a la vivienda digna no quitan, de ninguna manera, que aún se presenten desafíos en materia habitacional. Por un lado, yo me pregunto si esta crisis tan profunda por la que estamos atravesando en este momento en Argentina impactará en un mayor número de hogares por vivienda, posiblemente porque hijas e hijos que han formado sus propios hogares no puedan seguir pagando el alquiler y se hayan visto obligados a volver, esta vez con sus familias, a la casa de sus padres, por ejemplo. Por otro lado, me pregunto si todas las personas que alquilan están hoy en reales condiciones de acceder a un crédito hipotecario, incluso a uno procedente del ámbito estatal. También pienso en la gran cantidad de barrios nuevos (o no tan nuevos) que a la fecha no ofrecen la posibilidad de escrituración de las propiedades. ¿Cuántas personas viven hoy en casas “propias” sin la respectiva documentación que avale la tenencia efectiva de la propiedad? ¿Cuántas de esas personas hoy no pueden acceder a un crédito que les permita, por ejemplo, terminar el baño, ponerles pisos a las habitaciones, revocar las paredes? Finalmente, y en otro extremo, quisiera saber en qué medida todo esto está impactando en el número de personas y hogares que residen en las calles, dónde se concentran estas personas. Sin lugar a dudas, luego de más de 10 años de no contar con información actualizada al respecto, se hace más que necesario disponer de un nuevo censo que arroje luz a estas situaciones que seguramente están presentes en la actualidad.
-¿Creés que puede haber datos que sorprendan? ¿Para bien o para mal? ¿Cuáles?
-Además de mis propios interrogantes vinculados a las condiciones habitacionales y de viviendas de las familias argentinas de hoy, creo que el Censo 2022 nos va a proporcionar información muy interesante para discutir y reflexionar. Sin lugar a dudas, nos encontraremos con una población más envejecida y con un menor número de hijas o hijos por mujer, dos temas centrales para las agendas de población de los últimos tiempos. Además, contar por primera vez con información sobre identidad de género nos va a permitir conocer numerosos aspectos de la vida de ciertas poblaciones vulnerables a sufrir discriminación en el ejercicio de sus derechos (gays, travestis, lesbianas y otras), de las cuales son titulares por el solo hecho de ser personas. En otro orden, el hecho de que esta vez el cuestionario censal incluya una pregunta sobre lengua indígena para quienes se autorreconocen indígenas o descendientes de un pueblo indígena u originario, nos va a permitir conocer mucho más respecto de esa minoría étnica considerando el total de la población.
-¿Y para mal?
-Datos menos felices seguramente vendrán de la situación educativa de personas jóvenes, donde es esperable que, en marco de la (pos)pandemia, se presenten con más frecuencia casos de abandono escolar o de jóvenes que no estudian ni trabajan, teniendo en cuenta los problemas sociales que derivan de este tipo de situaciones. Finalmente, me intriga saber la composición de la población por lugar de nacimiento y residencia en los últimos 5 años. Es posible que algunos sectores geográficos muestren claramente la presencia de población que migró recientemente al país y que comienza a tener su propio peso en la población, como es el caso de las personas que inmigraron en los últimos años desde Venezuela.
Para cerrar, Eleonora Rojas Cabrera destaca la magnitud del operativo censal y llama a los ciudadanos a colaborar con el procedimiento: “El censo es de todos y todas, y para todos y todas, de allí que debamos aportar cada uno su granito de arena para que sea exitoso, para que haya valido la pena”.