Buena, accesible y sana: el agua es considerada la bebida principal para casi seis de cada 10 argentinos encuestados por la Fundación COLSECOR acerca de sus hábitos de consumo alimentario.
En la lista de respuestas, le siguen quienes aseguran consumir gaseosas (8,9%), aguas saborizadas (7,8%), infusiones (7%), jugos y batidos (6,7%), y vino (5%). En los últimos escalafones del listado aparecen la leche, la cerveza, bebidas destiladas y licores.
Llama la atención el porcentaje de personas que respondió consumir bebidas alcohólicas, como vino o cerveza, más que cualquier otro líquido. De la encuesta se desprende que casi 1 de cada 4 argentinos dijo consumir alcohol semanalmente, en tanto que un 11 por ciento dijo hacerlo de manera diaria.
Etiquetas y etiquetados
A un año de aprobada la ley de Etiquetado Frontal que establece la obligatoriedad de incluir octógonos en el frente de los paquetes con los nutrientes críticos de determinados alimentos, la lectura de la información nutricional sigue siendo un punto clave para saber qué estamos llevando a nuestras bocas.
El 54 por ciento de los encuestados por la Fundación COLSECOR dijo leer habitualmente las etiquetas de los alimentos procesados, y la razón principal esgrimida fue porque lo considera importante, seguida por quienes lo hacen para analizar la calidad del alimento y por quienes buscan determinar si tienen demasiados conservantes.
El interés por conocer la información nutricional se incrementa conforme la edad y el nivel educativo del consumidor: 64% entre las personas de más de 60 años; 53% entre 40 y 59 años; 50% entre 25 y 39 años; y 40% entre 15 y 24 años.
En tanto, en el universo con nivel universitario completo aseguran leer las etiquetas el 58%; el 53% con universitario incompleto; y 48% con secundario completo.
El mayor interés por saber el contenido calórico de un alimento procesado se encontró en la población de entre 15 y 24 años, con un 15 por ciento.
La principal razón de quienes no leen las etiquetas es porque no les resulta legible esta información, o porque no le genera interés, por pereza y hasta por falta de tiempo.
Prórrogas para los octógonos
Si bien la Ley de Etiquetado Frontal preveía una primera etapa de implementación de los sellos negros para agosto de 2022 y una segunda para mayo de 2023, su aplicación efectiva todavía se encuentra en proceso de implementación principalmente por prórrogas pedidas por empresas para adaptar sus empaques.
Además de los sellos indicativos de nutrientes en exceso como azúcares, sodio o grasas saturadas, la ley establece restricciones para exhibir avales científicos en productos que excedan algunos de estos componentes, así como la inclusión de personajes, obsequios o premios.
Meses atrás la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, admitió que “todos los cambios generan resistencia”, y auguró que “hasta fin de 2023 estaremos en una transición”.