Melina tiene 19 años, es mamá de una pequeña de casi dos años, cursa el último trayecto del Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa (PIT) y recuerda que cuando se declaró la cuarentena se vio en serias dificultades de seguir conectada con sus docentes para continuar las clases.
“Yo no tenía ni celular ni computadora. Primero me pasaban las cosas al mail de una tía que sí tenía computadora, y ella me ayudaba con las tareas y me explicaba. Luego la directora me regaló un celular y con eso sí pude seguir. Gracias a ella”, remarca la joven cordobesa.
En aquel momento, las tareas virtuales le llegaban por Whatsapp y, al último, también por mail. Este año, con el regreso de la presencialidad, las cosas no le resultan tan simples tampoco.
“Son pocos los días en que mi mamá puede cuidar a mi hija. Cuando puedo, la dejo y cuando no puedo, tengo que faltar”, detalla la joven estudiante y mamá.
Y agrega: “Antes sí podía ir a clases con la bebé, pero ahora ya no porque no se deja el barbijo. Ir juntas sería lo más cómodo”.
Melina trabaja colaborando con tareas de flete y la entusiasma la idea de terminar la escuela para poder iniciar una carrera universitaria. “Me quedan estos meses nomás, quiero terminar para el año que viene buscar quien me cuide a la nena para poder estudiar Trabajo Social”, le cuenta a Redacción Mayo.
Considera que la pandemia la llevó a ser más autónoma. “Creo que me hizo pensar más, al no haber siempre un profe explicándome tuve que trabajar más para resolver las tareas sola, me dio independencia”, resume sobre su experiencia con la virtualidad.
Y reflexiona: “Si pienso en otros chicos que no tuvieron la oportunidad, creo que el Estado se quedó mucho porque hay gente que quiere estudiar pero no tiene cómo hacerlo de manera virtual”. En barrio Liceo 3ª Sección, donde vive, no tiene conexión a Internet en su casa, pero sí en lo de parientes que viven cerca. “Tengo a mis abuelos al lado y me conecto ahí muchas veces”, describe.
En el futuro, Melina se ve como Trabajadora Social. “Ojalá pueda estudiar en la Universidad, pero, si no, algún trabajo voy a conseguir. Mi hija me da mucha responsabilidad y me hace tener ganas de terminar el colegio, para darle a ella también un futuro”, finaliza.