Carnavalenado, o el reino de la felicidad
Foto: Guido Piotrkowski.
Guido Piotrkowski es un fotoperiodista de andar incansable. Un nómade indomable que cámara en mano y mochila al hombro no duda en fotografiar la otra historia de América latina. Producto de tanta curiosidad, en 2015 publicó Carnavaleando, en el que retrata un recorrido de 15 años por los carnavales latinoamericanos.
Un libro que gestionó de manera independiente con el objetivo de que esas imágenes paganas queden impregnadas junto a letras que cuentan de qué se trata una de las fiestas más representativas de América latina.
Para Piotrkowski, no hay dudas que el Carnaval representa una celebración que forma parte del acervo cultural del continente.
Un evento único en el que, más allá de las diferencias, hay un común denominador. Durante estos días, en las calles, todos son iguales, las clases sociales se equiparan, los grandes son como niños. Como dijo un músico y viejo carnavalero bahiano: 'Todos podemos cantar, bailar, disfrazarnos, sentirnos libres. Es un caos saludable ", cuenta Piotrkowski sobre el alma de su libro.
Las murgas y el candombe de Montevideo; la samba, el maracatú y afoxé (que reivindican las raíces afros) entre Río de Janeiro, Olinda y Salvador; la cumbia y el garabato mixturados en Barranquilla; las trompetas de Penonomé, en Panamá; y las comparsas de Oruro y las coplas y carnavalitos de Tilcara, a ambos lados de la frontera… El Carnaval es un lenguaje universal que se habla con el ritmo y los colores.
La cámara habla por sí sola: cuerpos brillosos, transpirados, coloridos, dibujados, muy sonrientes, que en cada foto parecen mostrar cada baile. Dientes enormes y desdentados que comulgan en la misma algarabía.
Cuando se aproximan las festividades carnavalescas y suena el bum bum del tambor, siento como la sangre me corre por las venas y se calienta, le cuenta en Barranquilla Carlos Cervantes.
ORÍGENES La Fiesta del Pueblo
En Tilcara, Walter Apaza, analiza el ritual: Es alegría y es identidad. Está muy arraigado y comprometido con el pueblo. No conoce edades: uno comienza en el vientre de su madre. Cuando nacés, te ponen en la espalda y te ponen a carnavalear.
En medio de una murga en Panamá, Avelino Tuñón eleva la voz para contar: Esta es la fiesta del pueblo, tenemos cuatro días de un jolgorio saludable para la familia, para el público y aquel turista que quiera venir. Panamá es un lugar de raíces, de cultura y de mucho amor.
En Oruro, Carlos Daniel, evoca emocionado: Esto es algo inexplicable. Cuando uno baila con fe, lo hace con el corazón para venir a dedicarle esto a la virgencita.
Carnavaleando -dice Guido- es el resultado de este periplo que me regaló imágenes inolvidables, amigos entrañables y fiestas interminables. Y que me ayudó a comprender, sobre todo, que sin fiestas ni tradiciones, sin abrazos ni sonrisas, la vida sería un trago mucho más amargo. Vasos y Besos.