Gobernadores en fuga: ¿fin de los alineamientos en el peronismo “productivo”?
En diciembre de 2019 Alberto Fernández asumió la presidencia con el respaldo de 18 gobernadores. El cordobés Juan Schiaretti era entonces el único peronista que no integraba esa liga de mandatarios alineados al Frente de Todos.
En 2020, el presidente logró niveles inéditos de respaldo en el primer tramo de la pandemia y durante largos meses tuvo el alineamiento total de las provincias: los 23 gobernadores avalaron inicialmente las restricciones y las imágenes de largas reuniones entre Fernández, el bonaerense Axel Kicillof y el opositor jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, alentaban la idea de unanimidad. En 2021 esa idea voló por los aires, el liderazgo presidencial se derrumbó y el aval de los gobernadores peronistas se volvió oscilante.
A mediados del año pasado 16 mandatarios intentaron recrear el apoyo al Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner: lanzaron la nueva Liga de Gobernadores, liderada por Kicillof y el chaqueño Jorge Capitanich. Seis meses después, solo quedan 11 en esa liga: lo constató el Presidente esta semana, cuando acudió a las provincias en busca de respaldo a la decisión de promover juicio político contra el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti y el resto de los integrantes del alto cuerpo, los jueces Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz.
Son casi nulas las chances de que ese juicio político prospere en el Congreso. Pero la avanzada presidencial contra la Corte deja dos consecuencias de alto impacto que ya están a la vista: un severo conflicto de poderes y un nuevo mapa político del peronismo.
Rebelión en el centro
Los gobernadores del centro del país rompieron filas. La resistencia que desde el vamos representó Schiaretti se extendió ahora a los socios de la Región Centro: el santafesino Omar Perotti ya venía marcando distancia con el Gobierno nacional y acaba de ratificar ese rumbo. Su desplante al presidente sorprendió mucho menos que el del entrerriano Gustavo Bordet, que hasta ahora se mantenía prolijamente alineado.
En el entorno de Schiaretti se entusiasman con que estos cambios sean parte del despegue del liderazgo nacional que busca el cordobés: la vieja idea de un peronismo racional y republicano que enfrente al kirchnerismo parece reverdecer.
Lo cierto es que Perotti y Bordet -que al igual que Schiaretti, no pueden ser reelectos- tienen desafíos muy exigentes en 2023 y constatan a diario que en sus provincias Juntos por el Cambio crece fundamentalmente por el rechazo de los votantes al Gobierno nacional. Antes de entender que la Corte era el límite, ambos entendieron que la proximidad con el Frente de Todos conspira contra la posibilidad de retener el poder provincial.
El sanjuanino Sergio Uñac -que depende de la Corte para poder presentarse a la reelección- llegó a la misma conclusión luego de tres años de alineamiento absoluto con el presidente. El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá completó el sonoro revés del peronismo del centro del país.
En esa misma franja central se encuentran las administraciones radicales de Mendoza y Corrientes, ambas con altísimos niveles de aprobación: las señales políticas que emite el interior productivo son elocuentes.
Dónde está el respaldo
La provincia de Buenos Aires nunca había sido más estratégica para el kirchnerismo: Kicillof es el principal respaldo de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner.
El resto de los apoyos al Frente de Todos viene de las provincias con menor población del país (Tierra del Fuego y Santa Cruz) y de los distritos con mayor dependencia de la coparticipación federal: Chaco, Formosa, Tucumán, La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero. La Pampa que gobierna Sergio Ziliotto es la única provincia de la franja central del país que mantuvo su respaldo al Gobierno en su avance sobre la Justicia, además de Buenos Aires.
La virtual desobediencia de los gobernadores es propiciada también por los altísimos niveles de desaprobación que tiene el Gobierno Nacional y por la ausencia de un liderazgo claro en el PJ, que se hizo mucho más patente tras la autoexclusión de la vicepresidenta. Además, influye de manera decisiva la economía inflacionaria que les garantiza muy buenos ingresos automáticos a las provincias: con los sueldos asegurados, es más sencilla la autonomía.
La realidad de las cuentas del sector público muestra números nacionales incendiados, pero en las provincias se observa el panorama inverso. Mientras el déficit nacional proyectado para este año se acerca a los 4 puntos del PBI, todas las provincias argentinas y la ciudad de Buenos Aires volverán a tener superávit en 2023. Es decir que plata a los gobernadores no les falta. Hasta las buenas noticias se vuelven contratiempos políticos para Alberto Fernández.
El mejor indicador de las expectativas de los gobernadores peronistas es la fecha electoral. 15 de las 19 provincias gobernadas por el peronismo ya despegaron la votación local de la nacional, en la certeza de que las chances presidenciales del PJ son escasas. Entre esos gobernadores que anticipan la elección provincial están varios de los 11 que siguen alineados con el Frente de Todos. Por ahora.