Agenda Pública

Colectividades migrantes, mucho más que tradiciones y ferias

Las diversas organizaciones también trabajan en defensa de los derechos sociales y políticos. ¿Cuál es el nexo entre quienes migran? ¿Con qué accesos se encuentran en territorio argentino? ¿Qué falta en materia de reconocimiento? Por Lorena Retegui

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20170330-migrantes-12 Redaccion Mayo
11-11-2022

Argentina es un país de migraciones, de las históricas (de Europa y de la África subsahariana) y de las más recientes: los flujos migratorios sur-sur, que tuvieron impulso hacia finales del siglo 20 y se acentuaron en la última década. De allí que en nuestro territorio convivan colectividades con más de 100 años y nuevas redes sociales, asociaciones y entidades extranjeras. Sólo en la Federación Argentina de Colectividades (FAC) se agrupan más de 4.000. Con sus matices, unas y otras cohesionan la convivencia de diversas culturas y lenguas con la participación social y política, esto último fundamental para traccionar más derechos y libertades para las personas migrantes. 

 “Emigrar es morir un poco”, sostuvo recientemente el director de cine mexicano, Alejandro González Iñárritu, a días del estreno de su último film sobre identidad y migración. El cineasta parafraseó el título de un viejo poema del francés Edmond Haraucourt para expresar qué sienten quienes dejan su país de origen, más por necesidad que por deseo. ¿Cuál es el nexo que crean con otros migrantes en su misma situación? ¿Por qué migran quienes migran y con qué accesos se encuentran al llegar a territorios ya consolidados? En el mes de la tradición y como parte de la agenda pública de la Fundación COLSECOR, se abordarán estos disparadores porque la experiencia migrante no sólo se conforma de costumbres, gastronomía étnica o danzas típicas.

Mientras se esperan los resultados definitivos del Censo Población, Hogares y Vivienda del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) realizado este año, los datos más fehacientes sobre migrantes en Argentina se desprenden de organismos internacionales ONU-DAES que cifra en 2,3 millones a los extranjeros en territorio argentino (el 4,9% de la población nacional para el año 2020), lo cual lo ubica como el país de América del Sur con mayor cantidad de extranjeros tanto en términos relativos como absolutos. En tanto, la Red de Investigaciones en Derechos Humanos de CONICET llevó adelante la encuesta más completa sobre las migraciones, realizada el año pasado. Entre otros datos que fueron publicados en Redacción Mayo, el equipo de investigación dio cuenta de que siete de cada diez migrantes llevan más de diez años de permanencia en Argentina, y cuatro de cada diez pretenden radicarse aquí definitivamente. ¿De dónde vienen? A las históricas migraciones de países europeos, se sumaron las del África subsahariana, los caboverdeanos que se asentaron principalmente en las zonas portuarias de Dock Sud, la Boca, Ensenada, Mar del Plata y Bahía Blanca, como señala la investigadora Marta Maffia. Sin entrar en detalle en una línea histórica sobre los flujos migratorios en Argentina, vale mencionar que desde la década de los noventa se sumarían de otras regiones africanas, como Ghana o Senegal. En la actualidad, los tres principales países orígenes de los extranjeros en Argentina son limítrofes: Paraguay, Bolivia y Chile. En el cuarto lugar, en tanto, se encuentra Perú, y en el quinto Italia, país del que Argentina fue un gran receptor de sus migrantes durante comienzos del siglo XX. En sexto lugar, se ubica Venezuela. 

Esos datos expresan, en parte, el pluralismo cultural (no solo europeo) que atraviesa a la Argentina, un concepto que colectividades, redes de migrantes y asociaciones extranjeras adoptaron en los últimos tiempos, para distanciarse del mito que rodea a la figura “crisol de razas”, como un ideal de progreso que, en rigor, discrimina a ciertas poblaciones y realidades socio-culturales, explicó a Redacción Mayo la historiadora Alicia Servetto. En sintonía, el investigador de CONICET Alejandro Grimson detalla: “las versiones populares de una nacionalidad cruzada por lo indígena (muy fuertes en algunas provincias) permanecieron invisibilizadas por la hegemonía aplastante de la concepción porteña de que los argentinos descienden de los barcos”. 

“En la Asociación decidimos dejar de expresarnos como crisol de razas y hablar de mosaico multicultural, porque son diversas culturas las que hacen a la identidad de Berisso, que es capital provincial del inmigrante”, sostiene en una entrevista con Redacción Mayo Angie Herrera, secretaria de la Asociación de Entidades Extranjeras (AEE) de Berisso. Allí se agrupan 26 colectividades y, entre otras actividades, organizan cada mes de septiembre la Fiesta Provincial del Inmigrante, el evento más tradicional y convocante de esta ciudad bonaerense que se encuentra ubicada sobre el Puerto La Plata, pero nunca conformó una fisonomía portuaria. Berisso es ciudad de frigoríficos y de migrantes.

Como Federación, la FAC concentra más de 4.000 colectividades, que, su vez, poseen una cantidad considerable de asociaciones civiles, religiosas y culturales y hasta medios de comunicación. A su vez, como sostiene Cecilia Melella, constituyen espacios territoriales, donde la lengua, las fiestas cívicas y religiosas, la música y los bailes se reconstituyen como estrategias de supervivencia, de interacción y convivencia en la sociedad de destino. 

Entre los meses de septiembre (mes del inmigrante) y noviembre (mes de la tradición) se realizan las principales fiestas relacionadas con migrantes en el país, más allá de que cada colectividad y Municipio marque fechas especiales en sus calendarios. En general, los festivales populares, ferias de comidas y exposiciones buscan la construcción de sentimientos comunitarios y la interpelación identitaria de las nuevas generaciones.

Sin embargo, la colectivización es que tradiciones y ferias, porque el desarraigo es un elemento ubicuo entre las personas migrantes, con los primeros flujos migratorios, y también con los actuales. “Las primeras colectividades en Berisso, como la sociedad lituana nemuna, la griega, la italiana, por mencionar las más antiguas, se fundaron para dar contención a esos migrantes que llegaban a un país desconocido, sin entender las costumbres ni la lengua. De allí que siempre se dice que en la histórica calle Nueva York se hablaban todos los idiomas menos el español”, recuerda Herrera, bisnieta de inmigrantes árabes, nieta de italianos y españoles, e hija de migrante local: “Mi padre nació en Santiago del Estero y migró a Berisso porque mi abuelo vino a trabajar en el frigorífico”.

Los propósitos iniciales de las colectividades se encontraban ligados al mutualismo. “Las colectividades pagaban desde los remedios, al viaje en barco de sus familiares, incluso el servicio fúnebre. Además, eran sociedades de socorro mutuo, y aún hoy algunas de ellas, como la italiana o la ucraniana, sostienen ese estatuto”, aclara Herrera. 

Desde la Unión de Colectividades de Migrantes de Córdoba (UCIC) explican que la colectividad más masiva en la provincia es la italiana, pero esto se vincula con que la integran migrantes y descendientes. En cuanto a los migrantes nacidos en otro país, Perú, Bolivia, Paraguay y Venezuela (en ese orden) constituyen las colectividades más numerosas entre cordobeses.

Aquí Vivo. Aquí Voto

En el año 2003 se sancionó la Ley de Migraciones (N° 25.871), que conceptualizó a la migración como derecho humano, contemplando como derechos la reunificación familiar, el acceso a servicios sociales, la participación en la vida pública y la identidad cultural. Sin embargo, desde las redes de migrantes son conscientes de que todavía queda mucho más por recorrer, en términos políticos y de imaginario colectivo. Como destaca a Redacción Mayo Marta Guerreño López, presidenta de la UCICy titular de la Red Nacional de Líderes Migrantes en Argentina: “Tenemos que seguir peleando por nuestros derechos, trabajar por necesidades en común, porque emigrar no es romántico, es desarraigo, es llegar a otro país que no siempre es amigable”. Y agrega: “Siempre creímos que primero había que pensar en el documento de identidad, luego la escuela de tus hijos, el trabajo y, por último, el derecho al voto. Hoy me doy cuenta que es un error. Tenemos que impulsar más la campaña 'Aquí vivo, aquí voto´”. Según la Encuesta Nacional de Migrantes, el 40% de las personas encuestadas informó participar en organizaciones sociales, barriales, comunitarias y de migrantes; así como también en partidos políticos, cooperativas o agrupaciones religiosas. Puntualmente, en relación con el sufragio activo solo un 38% informó haber participado en la elección de autoridades locales en Argentina y un 46% en las elecciones de su país de origen. En Córdoba ese porcentaje es más bajo aún: según UCIC, hay 120.000 extranjeros, pero apenas cerca de 5000 las personas empadronadas. “Sólo si podemos votar donde vivimos vamos a poder ampliar y defender nuestros derechos”, dice Guerreño. 

En la Red Nacional de Líderes Migrantes en Argentina tienen como objetivo principal que los y las migrantes sean parte activa de los derechos políticos y el acceso al voto es uno de ellos. “Me pregunto ¿por qué tenemos que seguir votando en mesas separadas bajo el mote de extranjeros?” No nacimos acá, pero somos ciudadanos”, enfatiza Guerreño, con origen en Paraguay y más de 37 años en Argentina. 

Pero el derecho a voto va de la mano con el acceso a la documentación de identidad. Si se agrupan quienes cuentan con una residencia permanente (76%) o temporaria (8%) o con la Carta de Ciudadanía (entre el 7 y 8%), puede afirmarse que alrededor de 9 de cada 10 migrantes residentes en Argentina se hallan en una situación documentaria favorable. Sin embargo, depende del tiempo de residencia: durante el primer año de arribo, solo un 12% de los migrantes logró obtener el DNI. Otro factor central es el país de origen y, en especial, la existencia o no de acuerdos de residencia o facilidades para la radicación, lo cual genera situaciones de inequidad. Así, mientras que en el caso de la histórica migración de origen europeo solo el 2% de las personas encuestadas carece de DNI, en el caso de la migración extra-MERCOSUR (por ejemplo, de países del continente africano), el porcentaje de personas encuestadas sin DNI asciende a 25%. Por último, dentro del grupo de migrantes provenientes de países asociados al MERCOSUR, el 11% no posee aún el DNI, señala la Encuesta Nacional de Migrantes en Argentina (2021).

Los principales problemas para acceder a la regularidad documentaria y migratoria guardan relación con la obtención de turnos (23%), las barreras tecnológico-administrativas (20%), las dificultades económicas (10%) o la imposibilidad de cumplir con los requisitos burocrático-administrativos (9%), motivos por lo cual la acción de la administración pública es esencial para dar respuesta a las necesidades, reclamos y situación de violencias y discriminación.

Desterrar la discriminación y la xenofobia

Marta Maffia (2010) resume que los flujos migratorios locales sobrevienen en gran parte en respuesta a desequilibrios entre las distintas regiones de un país y su dirección dominante está determinada por la implantación de los proyectos generadores de empleo. De modo semejante ocurre con la migración internacional: desigualdades en el desarrollo, las oportunidades de empleo y, especialmente, las condiciones de vida y de ingresos motorizan estos movimientos de sujetos y grupos. No obstante, los motivos que originan la migración siempre deben considerarse de manera multicausal y así lo ratifican los datos más actualizados a nivel local: el 55% de las personas reconoce haber migrado, principalmente, por motivos económicos (razones laborales o no poder cubrir sus necesidades básicas en el país de origen). La migración por estudios fue seleccionada en un 22% de los casos, seguida por la búsqueda de nuevas experiencias (16%), la reunificación familiar (14%) y el desplazamiento a causa de violencia, persecución o discriminación (12%).

Pero la discriminación es también la que encuentran al llegar al país destino: el 65% de las personas migrantes ha experimentado, al menos una vez, una situación de discriminación en Argentina a causa de su condición de migrante o su aspecto físico. Stephen Amoakohene bien lo sabe: nacido en Ghana, este hombre emigró a Argentina en 1999 y luego de un paso temporario por Uruguay se instaló en Rosario, donde vive con su mujer argentina y sus hijas. “Fui de los primeros negros que llegó a la ciudad y sufrí mucho la discriminación, que me miraran raro por el color de mi piel”, cuenta a Redacción Mayo este rosarino por adopción que vive de la venta ambulante y es el presidente de la Asociación Africana de Rosario, una de las 50 organizaciones que participará del 11 al 20 de noviembre de la Fiesta Nacional de la Colectividades en el Parque a la Bandera

La historia de Amoakohene es una de las tantas historias de desarraigo, supervivencia y arraigo en nuevo territorio, con apoyo en la colectivización: es que las acciones de solidaridad y alianzas forman parte de las estrategias de los y las migrantes ante escenarios de discriminación y xenofobia, como también ante la precarización de las condiciones de vida. En las próximas piezas que conforman la agenda pública, a lo largo del mes de noviembre, se desarrollarán los siguientes temas: las estrategias colectivas de migrantes en contexto de pandemia; la situación particular de las mujeres que migran; los discursos “antiinmigrantes” desde movimientos de ultra derecha (un debate que traspasa las fronteras) y los documentos y requisitos para una ciudadanía plena. Más derechos sociales y políticos es bandera de las colectividades y, también, de la agenda pública de la Fundación COLSECOR.

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