El 3 de enero de 1833, Reino Unido ocupó ilegalmente las Islas Malvinas expulsando a las autoridades argentinas e impidiendo su regreso así como la radicación de argentinos provenientes del territorio continental. El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las Islas Malvinas con el objetivo de recuperarlas. El conflicto armado duró 74 días y concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de Argentina. La guerra provocó la muerte de 649 soldados argentinos, 255 británicos y tres civiles isleños. El 22 de noviembre de 2000, mediante la Ley 25.370 se estableció el 2 de abril como el Día del Veterano y de los Caídos de la guerra de Malvinas.
La ocupación de estos territorios por parte del Reino Unido desde 1833 es considerada una forma de “colonialismo” tal como lo establece la resolución 2065 (XX), de 1965, de la Asamblea General de Naciones Unidas. Reino Unido pretende instalar el argumento de que la controversia de soberanía fue resuelta como consecuencia de una votación realizada unilateralmente por los pobladores que habían decidido mantener su gobierno a cargo de las Islas Malvinas. Pero los habitantes de Malvinas no constituyen un “pueblo” soberano con derecho a la libre determinación porque son una población implantada por la propia potencia colonial. No existe soberanía británica en las Islas Malvinas, no es un caso de autodeterminación sino un conflicto bilateral de soberanía reconocido por el Comité de Descolonización de Naciones Unidas.
Luego de haber perdido la guerra, desde el advenimiento de la democracia, Argentina ha rechazado el recurso de la fuerza y se ha mostrado continuamente dispuesta a la negociación bilateral como medio para alcanzar una solución pacífica. Tal como se establece en la Constitución Nacional, en su Disposición Transitoria Primera, “la Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
La guerra de la dictadura
Para la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) y el Centro de Ex combatientes Islas Malvinas (CECIM) de La Plata, "el recuerdo de la guerra debe situarse en el marco de las memorias de la dictadura y significarse como un acontecimiento que sigue expresando la violencia desatada por el gobierno de facto". Ambas organizaciones piden justicia para los soldados argentinos torturados por sus superiores.
La causa que investiga las torturas en Malvinas comenzó en 2007, cuando alrededor de 180 personas declararon como víctimas o testigos de las torturas perpetradas por altos rangos a subordinados, durante el conflicto bélico. Hay 130 militares argentinos imputados por esos crímenes, 3 de ellos fueron procesados y otros 20 fueron llamados a indagatoria. Los oficiales que condujeron la guerra disciplinaron a los soldados con la misma metodología del horror que aplicaron en los centros clandestinos de detención, durante la última dictadura. Los testimonios dan cuenta de las múltiples prácticas de torturas empleadas: estaqueamiento, picana con teléfono de campaña, sumersión en agua helada, golpes de todo tipo, hambrunas, vejaciones y enterramientos.
Los veteranos denuncian crímenes de lesa humanidad. "La ropa no era adecuada para el clima, el trato fue muy malo: nos cagamos de hambre, las encomiendas no llegaban o nos sacaban las cosas. Tuvimos que comer carne cruda y en mal estado por el hambre que teníamos y por eso, nos bailaron y nos metieron en el pozo de agua. Los castigos se aplicaban por lo que a ellos se les ocurriera, no había ninguna razón que convalide que te metan en un pozo de agua. Son torturas esto. Salís del pozo de agua y hasta que se seca la ropa pasan días y, cada vez que se secaba, te metían en un pozo de agua", según palabras de un ex combatiente anónimo, recuperadas del informe de CPM y CECIM.
Muchos de los ex combatientes aún sufren las secuelas de la guerra, amenazados de muerte aún tienen miedo de hablar: "Al volver, nos llevaron a la ESMA. Allí nos hicieron firmar un pacto de silencio, era una carpeta. Nos decían que no debíamos comentar a nadie lo que había pasado en la guerra, que si comentábamos a algún civil lo ocurrido, íbamos a ser sometidos a un Consejo de Guerra. Yo creo que muchos soldados terminaron suicidándose porque no sabían a quién recurrir y dónde contar lo sucedido", otro de los testimonios que figuran en el informe de CPM y CECIM.
Pasaron 15 años del inicio de la causa y no hay avances significativos. La resolución de la Cámara de Casación penal no avanzó y en la actualidad la Corte Suprema debe definir si tendrá o no continuidad el reclamo de los ex soldados por las violaciones a los derechos humanos cometidas por sus jefes en el marco de la dictadura. Ante el desamparo, los ex combatientes llevarán la causa a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Bajo el hashtag #YoTambienHablo muchos expresaron lo que vivieron y lo recrearon en este video.
La Argentina envió a más de 23 mil personas a la guerra de Malvinas. Según Chequeado, en 2019 las estimaciones de los veteranos calculaban entre 350 y 500 suicidios de ex combatientes. Por su parte, la Federación Nacional de Veteranos de Guerra estima que en los primeros diez años, alrededor de 200 excombatientes se quitaron la vida. Los ex combatientes denuncian que después de la guerra fueron abandonados, la "desmalvinización" provocó que quedaran en el olvido por los primeros 10 años de la vuelta a la democracia, con un Estado ausente en contención tanto en lo económico como en la salud. Actualmente, más de 22 mil personas reciben una pensión vitalicia del Estado para ex combatientes de la guerra de Malvinas, desde 2005 esto equivale a tres jubilaciones mínimas.
El duelo por la identidad
Al finalizar el conflicto bélico, el coronel británico Geoffrey Cardoso fue el encargado de enterrar a los caídos argentinos, pero al desconocer la identidad de muchos de ellos, algunos fueron enterrados como "Soldado Argentino sólo conocido por Dios".
En 2012, el gobierno argentino solicitó al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que sea intermediario neutral con el fin de ayudar a identificar 122 tumbas de soldados argentinos sepultados en el Cementerio de Darwin y conformó una mesa de trabajo integrada por la Cancillería, el Ministerio de Justicia, el Equipo Argentino de Antropología Forense, la Escribanía General de Gobierno y el Ministerio de Desarrollo Social. En diciembre de 2016 el acuerdo con el Reino Unido se concretó.
Así se efectuó el Plan Proyecto Humanitario Malvinas, que en una primera instancia dispuso la conformación de un equipo que trabajó en localizar al mayor número de familiares para informarles sobre la posibilidad de desarrollar el proyecto humanitario, y avanzar en el consentimiento y la donación de las muestras de sangre necesarias para realizar la identificación.
En 2008, Cardoso le entregó al ex combatiente Julio Aro la documentación que detalla las sepulturas del cementerio de Darwin. Esa información había sido entregada al gobierno militar argentino, pero nunca se lo transmitieron a los familiares. Los detalles de esos documentos contribuyeron a la identificación de los caídos argentinos.
Este trabajo permitió y permite a muchos familiares de los caídos despedirse y transitar su duelo al menos con la certeza de saber dónde descansan sus seres queridos. Con el primer Plan Proyecto Humanitario fueron identificados 119 caídos y un grupo de familiares de ex combatientes pudo viajar a las Islas Malvinas en 2018 y 2019.
En marzo de 2021 se firmó el Segundo Plan de Proyecto Humanitario (PPH2), para esclarecer e identificar los restos de soldados argentinos sepultados en la tumba C.1.10 del cementerio de Darwin. Las tareas de exhumación comenzaron en agosto de 2021 y se hallaron los restos de seis ex combatientes argentinos.
Memoria colectiva
Al cumplirse 40 años de la guerra de Malvinas, la campaña #NuestrasMalvinas es una invitación a no olvidar a los caídos que dieron su vida por recuperar las Islas Malvinas, a honrar a los/as veteranos/as que lucharon por la soberanía del territorio argentino y a brindar acompañamiento a las familias que están de duelo. Esta campaña tiene por propósito apelar a la memoria colectiva con el convencimiento de que es posible recuperar nuestras Islas Malvinas por la vía diplomática, ya que los derechos sobre el suelo son irrenunciables.
En conversación con Redacción Mayo, ex combatientes de la guerra de Malvinas plantean la necesidad de convertir a Malvinas en verbo, la tarea para ellos que aún se consideran combatientes es “malvinizar” todo el tiempo que se pueda. El miedo al olvido es uno de sus motivos para seguir luchando y la mejor manera de mantener la historia presente es que ésta sea divulgada por sus protagonistas.
En su libro Los trabajos de la memoria, la socióloga Elizabeth Jelin dice: “Las borraduras y olvidos pueden también ser producto de una voluntad o política de olvido y silencio por parte de actores que elaboran estrategias para ocultar y destruir pruebas y rastros, impidiendo así recuperaciones de memorias en el futuro". Y continúa: "Hay un acto político voluntario de destrucción de pruebas y huellas, con el fin de promover olvidos selectivos a partir de la eliminación de pruebas documentales. Sin embargo, los recuerdos y memorias de protagonistas y testigos no pueden ser manipulados de la misma manera".
Durante la guerra de Malvinas, y aún después, fueron muchas las mentiras que se dijeron desde los gobiernos y desde los medios de comunicación. Con los años, el trabajo de conversación diaria de los ex combatientes que se animaron a contar los hechos en primera persona posibilitó un revisionismo histórico que a la fecha logró una conciencia colectiva sobre la causa Malvinas en argentinos y argentinas.
No olvidar
En su trabajo Las marcas territoriales de Malvinas, el licenciado en Enseñanza de las Ciencias Sociales y miembro de la Red Federal de Estudios sobre Malvinas, Marcelo Troncoso, contabilizó 2.400 marcas territoriales referidas a la Cuestión Malvinas en 2020. En todo el país existen monumentos, placas, murales, arte urbano, memoriales, arte callejero, graffitis, stencils, nomenclaturas viales, barrios, plazas y escuelas que llevan un nombre referido a Malvinas. Cada año se inauguran nuevas marcas territoriales, siendo la mayoría de ellas en homenaje a los caídos en la Guerra de Malvinas.
Estas marcas territoriales se erigen en espacios públicos que son compartidos, porque la memoria se ejercita en la cotidianidad. Esos espacios constituyen momentos de reflexión, de diálogos, de discusión y de construcción de sentidos. En la Cuestión Malvinas, son los propios ex combatientes, familiares de los caídos, agrupaciones de "Hijos de Malvinas", el Estado en todos sus niveles (municipal, provincial y nacional), organizaciones no gubernamentales, agrupaciones y partidos políticos, los que se encargan de mantener viva la memoria.
En la vuelta a casa, los ex combatientes crearon sus propios refugios para seguir luchando, los Centros de Veteranos de Guerra constituyen un espacio de compañerismo donde se revisa la historia, donde se formulan reclamos de derechos y desde donde se disputan los discursos de desinformación y de tergiversación de los hechos. Se cumplen 40 años del inicio de la guerra y todavía nuestros veteranos siguen en combate por la memoria colectiva para recuperar #NuestrasMalvinas.