A 10 años de su implementación, la Asignación Universal por Hijo (AUH) demostró tener efectos positivos en distintas dimensiones del bienestar económico y del desarrollo de la niñez. De ese modo, se consolidó como el principal sistema de protección social en Argentina, aunque en un contexto de empeoramiento general de las condiciones de vida infantil, debido a periodos de estancamiento económico y los efectos de la pandemia por Covid-19.
El Observatorio por la Deuda Social de la UCA, junto a la Asociación del Personal de los Organismos de Control (Apoc) presentaron un exhaustivo informe que da cuenta del papel fundamental que la AUH tuvo en estos diez años en la protección social de la niñez. El documento de trabajo, que se exhibió en el marco de los seminarios académicos que realiza la UCA, tomó varias dimensiones analíticas: bienestar económico, vacunación, consultas médicas, educación, estimulación y trabajo infantil.
La evaluación que hicieron los investigadores tomó como fuente la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), lo cual permitió hacer una identificación directa de los y las destinatarias de la AUH. Así, por ejemplo, se destacó que el perfil demográfico es el hogar monoparental. En rigor, en nuestro país, se trata de hogares monomarentales, porque están encabezados por mujeres, como recordó la socióloga María del Carmen Feijoó, una de las expertas que participó del panel de comentaristas.
La AUH tuvo un impacto positivo sobre el ingreso per cápita familiar con un pico que llegó al 40%, entre 2010 y 2017, al compararlo con la población del grupo de control. No obstante, su implicancia se debilita entre 2018 y 2020, porque los hogares empeoraron su situación en general y la transferencia del programa perdió capacidad adquisitiva. Respecto al efecto sobre la indigencia o pobreza extrema, la asignación redujo entre 3 y 6 puntos porcentuales el nivel de inseguridad alimentaria, es decir, la dificultad para poder alcanzar el consumo adecuado de alimentos.
La deserción escolar obedece, en parte, a la vulnerabilidad de los hogares asociada a la pobreza, los riesgos y las crisis económicas. Y la AUH logró tener un rol fundamental en la mitigación de estas vulnerabilidades al incrementar la asistencia a las escuelas, teniendo en cuenta que es una de las condiciones que exige el programa. Durante el periodo analizado, hubo una reducción en la ausencia escolar estimada entre -1,4 y-3,9 puntos porcentuales, y fue superior entre los adolescentes de 13 a 17 y entre niños y niñas con madres de menor nivel educativo y más jóvenes.
Por otro lado, se destaca una externalidad positiva, que los investigadores tomaron para analizar los diez años de la AUH: el incrementar la probabilidad de festejar el último cumpleaños y un efecto positivo (entre 2010 y 2017) en la probabilidad de haber sido receptor de cuentos y canciones por parte de sus madres, padres o adultos a cargo de los cuidados (en muchos casos, abuelos y abuelas). Esto es importante en tanto forma parte del desarrollo humano en las infancias y la importancia de la estimulación y sociabilidad.
Por último, se encontró un efecto positivo de la AUH sobre la reducción de la propensión a realizar trabajo económico y doméstico intensivo, con foco en el período 2014-2020. El impacto fue de -3,7 puntos porcentuales en 2014-2017 y de -3,3 puntos porcentuales en 2018-2020. ¿A qué se le llama trabajo doméstico intensivo? A realizar tareas recurrentes de cuidado de hermanos, hacer la comida, hacer las compras, entre otras actividades. “Es posible que esto sea efecto de la condicionabilidad educativa; al dedicar más tiempo a la escuela, no realizan tareas intensivas domésticas. De todos modos, son cuestiones a profundizar en estudios más microsociales”, aclaró Santiago Poy, investigador de Conicet-UCA.
En la vacunación y las consultas médicas y odontológicas “hubo un efecto menos significativo, salvo en el último periodo, que entendemos se da por el contexto de Covid y porque empeoró la situación del grupo de comparación para el estudio”, explicó Poy. Sin embargo, teniendo en cuenta que la consulta médica periódica es condición para la AUH, el programa actuó como un “efecto protectorio”, en comparación con los niños y niñas que no reciben la asignación y formaron parte del grupo de control.
La AUH como (otra) herramienta
En el marco de la crisis de 2009, la Argentina comenzó a implementar la Asignación Universal por Hijo como una transferencia monetaria dirigida a la población infantil, cuyos padres y madres son desocupados, con trabajo informal o temporario. La AUH se ejecutó de manera continua desde su creación y logró sortear prejuicios y desinformación respecto a su implementación y resultados, y convertirse así en una política pública relevante y necesaria para equilibrar derechos.
Sin embargo, el informe de la UCA advierte que no todos los efectos han sido persistentes en el tiempo, en todas las dimensiones estudiadas, y eso se vincula al empeoramiento de las condiciones de vida infantil en nuestro país durante el periodo 2018 a 2020, en el cual aumentó la pobreza y la desigualdad. Luego irrumpió la pandemia por Covid-19 y esa situación acentuó la vulnerabilidad en la que se encontraban ya esos hogares.
En ese sentido, en la presentación del informe, los investigadores de la UCA resaltaron que en una Argentina con un modelo cada vez más desigual, la Asignación Universal por Hijo evitó una situación más extrema. “Es una política pública que funciona y es efectiva, pero si pensamos en cortar el ciclo intergeneracional de la pobreza, la AUH no es suficiente. Son necesarias otras políticas, que promuevan otro entorno económico y de progreso social”, finalizó Poy.
En la misma sintonía, Feijoó agregó: “Lo mucho y bueno que hace la AUH es todavía poco para eliminar la pobreza infantil”.
Para ver el documento de trabajo completo, la metodología implementada y los datos desglosados, ingresar aquí: